Ante la creciente epidemia de obesidad que azota al mundo, y el consecuente desarrollo de enfermedades no transmisibles, expertos internacionales de todo el mundo se reunieron en Buenos Aires para discutir las mejores estrategias para combatirla.
En ese contexto, y en el marco del 21º Congreso Internacional de Nutrición, que tuvo lugar en Buenos Aires, especialistas presentaron evidencia científica disponible sobre el yogurt como un alimento de alta densidad nutricional y cómo su consumo regular en el contexto de una alimentación saludable está asociado a la prevención de diabetes y obesidad.
Los especialistas coincidieron en señalar que tanto una alimentación balanceada, rica en nutrientes, como la actividad física son fundamentales a la hora de prevenir el sobrepeso y sus enfermedades asociadas.
El consumo de yogurt se relaciona con menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y menor ganancia de peso
Asimismo, la inclusión del yogurt en la dieta generó amplio consenso entre los expertos. “La composición nutricional del yogur aporta cantidades importantes de macronutrientes, micronutrientes, vitaminas y minerales, desde los primeros meses de vida hasta el final de la adolescencia”, explicó el doctor Luis Moreno, experto en nutrición infantil, profesor de Salud Pública en la Universidad de Zaragoza (España) y Coordinador del Grupo de Investigación Growth, Exercise, Nutrition and Development (GENUD).
“Las más recientes evidencias demuestran que el consumo de yogurt se relaciona con menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y, con el tiempo, menor ganancia de peso. Incluso se está cuestionando la recomendación de ingerir sólo lácteos bajos en grasas, ya que parece ser que las grasas que aportan los lácteos son beneficiosas para prevenir estas enfermedades. No hay evidencias que consumir yogur o leche descremada es mejor que en su versión entera: al contrario, el yogur entero contribuiría a la prevención de la diabetes y de otros factores de riesgo cardiovascular. Es decir, tanto los lácteos enteros como los descremados son beneficiosos en el contexto de una alimentación saludable rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado, frutos secos y legumbres”, indicó Nancy Babio Sánchez, doctora en Nutrición, docente de la Universitat Rovira i Virgili (España) profesora e investigadora en la Universidad Rovira i Virgili y Presidente del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Cataluña.
“Los últimos metaanálisis de estudios prospectivos señalan que el consumo de 80 a 125 gramos por día reduce en un 14% el riesgo de desarrollar diabetes, comparados con quienes no consumen yogur. Es decir, que al menos consumiendo un yogur tres veces a la semana, a un yogur al día podemos reducir el riesgo de desarrollar diabetes”, aseguró la experta.
El yogurt es un alimento lácteo que se obtiene a partir de la fermentación de la leche. La fermentación de la lactosa (el azúcar de la leche) en ácido láctico es lo que da al yogur su textura y sabor característico. Además, facilita la digestión de la lactosa, aporta probióticos que contribuyen a enriquecer la microbiota o flora intestinal y es fuente de nutrientes esenciales tales como el calcio, proteínas de buena calidad, vitaminas y minerales, lo que lo convierte en un alimento de alta densidad nutricional.
“La densidad nutricional se evalúa a partir de los sistemas de calificación de nutrientes. Si bien existen diferentes sistemas de puntuación, el principio siempre es el mismo: se mide el contenido en nutrientes positivos (nutrientes que deben ser consumidos) en comparación con nutrientes negativos (aquellos nutrientes cuyo consumo debe ser limitado)”, señaló el doctor Adam Drewnowski , profesor de epidemiología y director del Centro de Salud Pública Nutrición de la Escuela de Salud Pública en la Universidad de Washington y autor de los libros Nutrient Rich Foods Index y Affordable Nutrition Index. “Los modelos de perfil de nutrientes calculan el contenido de nutrientes clave por 100 gramos, 100 kcal o por porción de alimento. Estos modelos deben basarse en datos de composición de nutrientes que sean públicos y también deben ser validados en contra de medidas independientes de una dieta saludable. El yogurt obtiene una buena puntuación sea cual sea el sistema utilizado, lo que significa que es un alimento denso en nutrientes; es decir, que aporta calorías útiles en comparación con las calorías vacías”, amplió el especialista.
El yogur se asocia a un patrón de consumo más saludable, es decir que quienes lo consumen, también incorporan frutas y verduras
La incorporación del yogurt a la dieta también genera beneficios en la calidad de vida y el patrón alimentario en su conjunto: “lo que se vio es que el yogur se asocia a un patrón de consumo más saludable, es decir que quienes lo consumen, también incorporan frutas, verduras, etc. Además, el yogur aporta calcio, como lo hace la leche, pero tiene mejor digestibilidad”, detalló Moreno. “Hay varios estudios que muestran un efecto neutro o positivo del consumo de yogur y lácteos en cuanto a la grasa corporal; hicimos en adolescentes una valoración del efecto de todos los grupos de alimentos sobre depósito de grasa corporal en relación a la obesidad, y hallamos que los productos lácteos, incluido el yogur, tenían un efecto positivo. El consumo de yogur y lácteos disminuía la grasa corporal y el riesgo cardiovascular en niños y adolescentes, de manera más importante en las niñas”, explicó Moreno.
“También hemos observado que, tanto en niños como en adolescentes, el consumo del yogur se da en mayor medida en aquellos que son más activos y menos sedentarios; en Europa, al yogur se lo considera saludable, y aquellos que adoptan vida saludable lo consumen más. Esto se produce más en los varones, incluyendo a niños y adolescentes”, concluyó el español.