La eliminación del reintegro del 5% del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para las compras con tarjeta de débito de hasta 1000 pesos fue la primera medida que tomó el nuevo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para reducir el gasto público. Este beneficio había sido adoptado por el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, a fines de 2001 para una mayor bancarización y estimular el consumo cuando se impuso el corralito.
El Gobierno debería haber prorrogado esa devolución el 31 de diciembre pasado a través del Boletín Oficial, como se hacía hace 15 años, pero finalmente no lo hizo y ya no está vigente, según confirmaron fuentes del Gobierno a Infobae.
Fuentes oficiales indicaron que “el costo fiscal de esa devolución era muy alto y no incentivaba la utilización de las tarjetas de débito”. Con todo, esta explicación va a contracara de la idea del Banco Central (BCRA) de fomentar el uso de dinero electrónico para reemplazar el dinero físico, según manifestó el economista Diego Giacominni, director de la consultora Economía & Regiones.
Hay un dato que llama la atención. En el Presupuesto 2017 aprobado por el Congreso, hay una partida de gastos por unos $7.500 millones específicamente para esta devolución. En 2015, el Gobierno había gastado $4.535 millones por este descuento y fueron $6.077 millones en 2016. El titular de la AFIP, Alberto Abad, podría ampliar sobre esta decisión en la conferencia donde se dará a reconocer una recaudación impositiva récord gracias al blanqueo.
“En el fondo la intención del Gobierno podría ser compensar parcialmente el costo de la reforma del Impuesto a las Ganancias con la eliminación de la devolución del IVA con las compras con tarjeta de débito”, manifestó otro consultor de la City.