En 1987 la prensa empezó a difundir que el canadiense Gaëtan Dugas (1953–1984), asistente de vuelo para Air Canada, fue la persona que trajo la epidemia del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) a Estados Unidos. Los científicos ya habían cuestionado esta idea del «paciente cero» e intuían que el virus tenía que haber llegado antes. Pero hasta el momento, los orígenes y las rutas por las que el virus se había propagado a través de Norteamérica escondían muchas incógnitas. Para esclarecerlas, era necesario recuperar material genético vírico de muestras de hace más de treinta años. Por entonces, no existían técnicas moleculares para estudiar la valiosa información grabada en el ARN de estos virus.
Ahora, el análisis de más de 2.000 muestras de suero de 1978 y 1979, tomadas de hombres homosexuales en Nueva York y San Francisco para estudios sobre la hepatitis B, ha revelado que entre el 3 y el 6 por ciento de estos individuos ya estaban infectados con el virus del sida. Además, los investigadores consiguieron extraer el genoma del VIH con una nueva técnica molecular que les permitió descifrar ocho secuencias íntegras del virus y, tras compararsus datos con otros genomas del virus de la época, lograron poner fechas a la propagación del patógeno y construir su árbol filogenético.
Los resultados del estudio, publicados ayer en la revista Nature, indican que fue el subtipo VIH-1 el que inició el brote en América del Norte alrededor de 1970, proveniente de Haití (donde llegó en 1967 procedente de África). El epicentro de la pandemia se dio en la ciudad de Nueva York, en 1976 el virus ya había llegado a California, y se fue dispersando por todo el continente. Aunque fueron los brotes de California los que hicieron saltar la alarma y condujeron al descubrimiento del sida, estos provenían del brote anterior de Nueva York. De los datos del trabajo también se extrae que a finales de la década de los 70 el VIH ya había alcanzado una diversidad genética muy parecida a la de hoy en día.
La base que ha permitido llegar a todas estas conclusiones se fundamenta en que el ARN del virus va mutando rápidamente a lo largo del tiempo. El hecho de que existan distintas variantes de los virus hace posible establecer relaciones entre sus distintas «familias», hasta llegar a reconstruir su historia en un árbol filogenético.