Los 300 uniformados neonazis no asustaron a la activista, aunque ahora reflexiona sobre lo que hizo y tiene sentimientos encontrados. “Están muy molestos, pienso que tal vez no debí hacerlo, quiero paz. Pero trato de mantenerme calmada”, reflexionó.
Sin embargo, explicó los antecedentes que motivaron su reacción: “Tengo amigos que han sido atacados y tuvieron que mudarse. Yo misma he recibido llamadas de noche amenazadoras. Es vergonzoso que tengamos este problema. La policía dice que somos un país democrático y pueden marchar. ¡Pero son nazis!”.