La provincia de Mendoza fue el escenario de un fallo judicial casi sin precedentes: una mujer le ganó una demanda por daños y perjuicios a la esposa de su amante, quien además deberá pagarle una importante suma de dinero como indemnización.
La denunciante alegó haber sido perjudicada en su trabajo en un banco de la capital, después de que la engañada mantuviera una reunión con los directivos, la difamara y pidiera que la despidan.
La historia se inició en agosto de 2013, cuando la protagonista atendió a un hombre en un reconocido banco de la calle Colón. El sujeto la esperó a la salida de su turno y la invitó a salir.
Así, con el pasar de las semanas, se inició un noviazgo que parecía marchar por el camino soñado. El hombre le había asegurado a la empleada del banco que era un divorciado y que su ex esposa vivía en Europa.
La relación pareció consolidarse al punto de que la mujer fue presentada a la hija del novio y hasta recibió las llaves de una plaza de estacionamiento en el parking del edificio.
Justo cuando el vínculo tendía a consolidarse fue cuando todo se rompió: la ex esposa era en realidad esposa y había regresado a su hogar. De acuerdo con el testimonio de la empleada bancaria, el 6 de septiembre la engañada se enfureció al ver que su plaza de estacionamiento estaba ocupada, por lo que el hombre mandó al portero del edificio a buscar las llaves del auto al banco y le envió un mensaje: “no vuelvas por el lugar porque se corren riesgos”.
Después de tres días en los que la empleada bancaria recibió innumerables insultos y amenazas en llamadas telefónicas, la esposa de su amante se acercó hasta la sucursal bancaria.
Allí, la engañada le pidió a la amante que la llamara “porque si no, lo vas a pagar caro”. La empleada bancaria nunca le devolvió ese llamado. Así, 20 días después la esposa volvió a aparecer en el banco y montó un escándalo. Solicitó hablar con los directivos, difamó a la amante de su marido y hasta pidió que la despidieran. Ese fue el hecho que disparó la demanda civil.
Así, la jueza Rosana Moretti avaló la teoría de que la empleada del banco no tenía conocimiento de la relación matrimonial de su amante y accedió a la demanda que presentó la empleada bancaria en concepto de gastos judiciales, daño moral y gastos terapéuticos.
La magistrada confirmó que la actitud de la esposa engañada en el banco provocó en la empleada “el dolo para dejarla mal y perjudicada en su trabajo”.