Un problema Olímpico: no llegaron los botes del remo argentino

Lucía Palermo y Brian Rosso llegaron hace cuatro días a Río y no cuentan con sus embarcaciones; compiten el 6 de agosto

Antes de la creación del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento), eran frecuentes las historias sobre deportistas que vendían rifas para viajar a clasificatorios olímpicos o que combinaban un trabajo diario con extenuantes jornadas de entrenamiento. Pero desde la existencia del organismo -creado en diciembre de 2009- que recibe el 1% de las facturas de la telefonía celular para sustentar económicamente a los atletas, esos relatos se fueron apagando. Es por eso, que cuesta comprender cómo algunos errores subsisten en el tiempo. Como lo que ocurrió con los botes de Lucía Palermo y Brian Rosso. Ambos compiten en single scull y desde que llegaron a Río de Janeiro no contaron con sus botes. No es la primera vez que pasa. Bien lo explica Palermo en las redes sociales: en Atenas 2004 durante un mes no pudieron entrenarse con sus botes, que llegaron cuatro días antes. Y aclara: “La diferencia es que hace 12 años era todo a pulmón”. Con el Enard ya en funcionamiento desde hacía un lustro, en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, el equipo de canoaje durante diez días no se entrenó con sus embarcaciones porque jamás habían llegado.

“Llegamos a Río y no teníamos los botes. Me fui a hacer máquina (el artefacto que simula la acción de remar) pensando en cómo podía ser que teniendo la ventaja de estar AL LADO (sic) de Brasil podíamos perder ese plus. Tenía fe que por lo menos iban a llegar hoy (por anteayer)”, escribió Rosso en su cuenta de Facebook. “A nueve días de que arranquen las competencias, se van a cumplir nueve días que no nos subimos a los botes. Me voy a dormir tratando de soportar este vacío de no poder hacer las cosas como se deben. Hoy le perdí todo el respeto al Enard y a la gente que responde por este deporte”, se descargó el remero, que además señaló que ningún dirigente se comunicó con ellos, por lo menos hasta anteayer. Según pudo averiguar LA NACION, ayer, Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), habló con al menos uno de ellos.

Palermo, también por las redes sociales, expresó su desilusión: “Siento que nos tiran a menos porque estamos lejos de la medalla, o porque no somos los deportistas de élite de la Argentina”. Y disparó: “El Enard ya me ha defraudado muchas veces como deportista. La confianza que les tenía a las autoridades fue disminuyendo y hoy creo que desapareció”.

Desde el Enard, explicaron a LA NACION por qué los botes aún no llegaron: “Estuvieron en Río de Janiro el lunes pasado en tiempo y forma, tal cual todo planificado. Y se demoró la salida de la aduana de Brasil por temas burocráticos y administrativos de las leyes brasileñas. Respetamos las normas y las leyes tributarias de Brasil y esto ocasionó una demora de dos o tres días”. Y señalaron que el conflicto ya se resolvió. “Hoy (por ayer) se terminó de solucionar y mañana (por hoy) tendrán los botes a su disposición. Por cuestiones ajenas al Enard y a la gente que realizaba los traslados, se sufrió esta demora”, manifestó Diego Melconian, gerente de marketing y comunicación del organismo.

Sin embargo, otra fuente consultada por LA NACION admitió que se trató de un error de planificación entre el Enard y la Asociación Argentina de Remeros Aficionados (AARA). Los botes fueron trasladados desde la Argentina el martes 19 de julio y los remeros llegaron el lunes 25. “Suponer que si lo mandás el 19 llegan el 25 está mal”, reveló la misma fuente.

En total, si efectivamente los botes llegan hoy, Palermo y Rosso habrán estado sin entrenar con sus botes durante 10 días, a nueve de la competencia. ¿Por qué es tan importante tener los botes? Otra remera, María Laura Abalo, lo explicó en Twitter. Es relevante para poder reajustar las medidas de la embarcación, que se pueden cambiar durante el traslado y para estar antes en la pista donde se competirá “viendo cada marca que se puede grabar mentalmente” y “aprendiendo los truquitos de la pista”, como tramos donde pueden entrar ráfagas de viento. Con el Enard en funcionamiento desde hace seis años, algunos errores se repiten, y el dinero ya no puede ser la excusa.