La inquietud que se le presentó a Mario Toia hace 10 años, cuando tuvo que cuidar a su madre enferma en el hospital, fue seguramente la de muchos. La diferencia fue que él le encontró una solución.
Toia, de 78 años, no entendía cómo no existía un elemento descartable para la higiene de las necesidades fisiológicas de los enfermos que no pueden trasladarse por sí mismos. Por eso, junto al arquitecto Gustavo Pinus crearon una chata descartable, que previene infecciones y es biodegradable. De esta forma, también le brindarían practicidad a la labor de enfermeros y familiares que asistan a los pacientes inmovilizados.
Este invento argentino, que está fabricado con un material flexible, por lo que resulta mucho más cómodo que las chatas tradicionales, ya está siendo utilizado por un importante centro de salud, y con la colaboración del Centro de Celulosa y Papel del INTI logró alcanzar una producción industrial.
“Hoy se utilizan tanto en Argentina como en el resto del mundo chatas de plástico o metal que se comparten de forma colectiva y, una vez usadas, no se esterilizan sino que las limpian los familiares del paciente o el personal de enfermería. Al no ser esterilizadas, pueden contagiar Escherichia coli, tuberculosis, meningitis, sífilis, o VIH, entre otras enfermedades. La asepsia de estos elementos es complicada, por no decir inexistente, cuando se trata de este tema”, explica el ingeniero Marcelo Novaresi, integrante del laboratorio del Centro de Celulosa y Papel.
En tanto, agrega: “Desde el INTI colaboramos en la formulación de la materia prima, que debió ser completamente natural para que el producto sea descartable y ecológico”.
El sueño de Mario Toia es que la chata descartable no tenga costo para los pacientes, y subraya: “Lo que me interesa es ayudar a la gente. Hoy en los sanatorios no se cobra por usar la chata de plástico, el algodón, el alcohol o las jeringas. Mi deseo es que llegue el día en que se utilicen masivamente en los centros de salud, sin costo alguno, ya que pueden considerarse como un insumo básico que mejora notablemente la calidad de vida del enfermo inmovilizado en la cama, así como también la del familiar o enfermero que lo asiste”.
El innovador desarrollo ya está patentado en Estados Unidos y Argentina.
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