¿Sabías que la parrilla, fiel compañera de cada domingo y más argentina que el dulce de leche, la birome y el colectivo, no nació en nuestras tierras? El origen de las carnes asadas se pierde en el fondo de los tiempos, con el descubrimiento del fuego. Y la leyenda de la gestación de la parrilla dice que, varios años después, un herrero, a quien un noble francés no quería pagarle las rejas sobrantes de su castillo, las utilizó para hacer un asado en la puerta de la propiedad a modo de protesta. El aroma habría cautivado tanto al noble que no solo pagó la deuda, sino que empezó a utilizar el método de cocción para sus banquetes. Así las cosas, hay un nuevo invento en la sala del que sí podemos jactarnos los argentinos: la primera parrilla descartable y biodegradable.
La medida de la felicidad tiene 47 centímetros de ancho, 20 de alto y 57 de profundidad, y su valor es de $ 100. De cartón, plegable, con varillas de madera para armar en un periquete, en ella se pueden cocinar hasta dos kilos de carne -o brochettes o verduras o, por qué no, pizzas-, y dura alrededor de cuatro asadas. Viene envuelta en una faja, es liviana -pesa 200 gramos- y puede guardarse en una mochila porque tiene el tamaño de una carpeta oficio. Su creador es Emmanuel Scianca, un platense de 34 años que estudió Diseño Industrial en su ciudad natal y la patentó bajo el nombre de “Tu punto”.
¿Cómo nació la idea? Para un trabajo práctico en 2011, Emmanuel tenía que resolver el desafío de crear una superficie para cocinar alimentos que fuera transportable al aire libre y para cuatro comensales. Brainstorming mediante, pensó en un diseño “para una familia en la ciudad, con movilidad propia que quiere pasar un fin de semana al aire libre”. Primero se le ocurrió una pieza que envolvía una bolsa de cartón y un fajo de varillas; después desarrolló una pirámide contenedora de esos aliados fundamentales para encender el fuego, apilable y resistente; y finalmente, dejó de lado el carbón y se volcó por una opción más económica y transportable: un producto plegado, confeccionado con cartón y madera. Las parrillas funcionan haciendo fuego -con carbón, con leña o con lo que más le guste al asador- y colocando las brasas por debajo del soporte de cartón. Y la pregunta del millón,”¿no se queman?”, es fácil de responder: el secreto para la supervivencia de esta parrilla es la distancia ideal que mantiene entre las brasas y las varillas de madera que sostienen la carne.
“A lo largo de mi vida cociné asado en cualquier cosa, sostenido por alambres, en la reja de una obra, incluso en alambre tejido en algún viaje donde no teníamos soporte, pero nunca había escuchado de una parrilla que no usara como método de cocción el hierro o el acero. Muy loco”, dice Pablo Rivero, dueño de la famosa parrilla Don Julio, premiada con el puesto 45 de los 50 mejores restaurantes de Latinoamérica, asador consagrado si los hay. Emmanuel las comercializa desde 2013 en tiendas de diseño, vinotecas, casas de camping, carnicerías y Facebook: lleva vendidas más de 6.000 piezas en La Plata y lugares como Neuquén, Córdoba, Río Gallegos, Entre Ríos. Ya recibió propuestas para vender su producto en el exterior -Miami, Venezuela, Brasil, Barcelona-, pero aún no cerró acuerdos.
“La compró gente que la usó para prepararse un asado en la caravana a los recitales del Indio -comenta-, hombres que pescan y sé de muchos que la usan como parrilla de balcón”. Entre otras distinciones, su diseño sustentable recibió un premio de $ 40.000 de American Express -a través de su concurso Creer-Crear, apoyado por la Fundación Endeavor- y en 2013 ganó una mención del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. En el campo, en la ciudad, en el norte, en el sur, para pobres o para ricos, la costumbre del asado es apta para todo público, más allá del precio de la carne, y ahora también se lo puede disfrutar en todos los paisajes imaginados. Un aplauso para la parrilla.
LOS PIONEROS
Según cuenta Emmanuel, “EZ Grill” es el antecedente más famoso de su parrilla. Es descartable pero no biodegradable; es decir, portátil pero de materiales poco amigables con el medio ambiente, porque tiene una bandeja de aluminio con una superficie en forma de rejilla que adentro contiene el carbón. El encendido, en su caso, viene resuelto. Otro antecedente es el que creó un inglés que, años después y enojado porque en la playa la gente descartaba la “EZ Grill” y contaminaba el ambiente, ideó “Bio Ceramic”, una plancha de cerámica natural. “Su uso se extendió por el mundo; pero es una plancha, no una parrilla”, señala Emmanuel. En Argentina, dos rosarinos -Fausto Woelflin y Patricio Romero- lanzaron al mercado en 2013 la “Parri-fácil”, adaptación local de la “EZ Grill”: una estructura de aluminio con una parrilla en la parte superior y 12 bloques de carbón debajo, y un sistema de encendido que hace que solo se necesite un fósforo para prender el fuego. La comercializan vía internet y la promocionan “para usar al aire libre, en un camping, en la playa, en la montaña, en la terraza o en el balcón.”