“Me sentí completamente indefensa en el momento en que me pusieron en el suelo y sentí una cuchilla afilada cortando mis partes privadas. Mi clítoris fue cortado. En ese momento deseé no haber nacido en este mundo. El dolor que sentía era el peor dolor que había experimentado en toda mi vida, y lloraba tanto que apenas podía respirar. Era como si el mundo llegara a su fin”.
Este es el testimonio de F.M., una superviviente de la Mutilación Genital Femenina (MGF). Un dolor extremo que tan solo es el preámbulo de toda una vida de sufrimientos.
Según UNICEF, más de 200 millones de mujeres en una treintena de países se ven afectadas por la MGF. Una situación terrible que cada vez más gente lucha por cambiar. Gente que intenta, con sus acciones, que casos como el de F.M. vayan quedando como vestigios de un pasado remoto, superado.
Es el caso de Giselle Portenier, una periodista y cineasta canadiense que ha puesto en marcha una campaña de crowdfunding para sacar adelante In the Name of your Daughter, un documental sobre las niñas más valientes del mundo. Jóvenes de Tanzania que un día decidieron huir de la mutilación genital con lo puesto, sin maletas, corriendo a través de los arbustos. De noche, huyendo de los leones y trepando a los árboles para poder descansar. Con miedo de que sus familiares las alcanzaran o de acabar devoradas por los animales salvajes. Todo con un objetivo: llegar a la Casa Segura situada en las colinas de Mara, un refugio para las niñas que huyen de la MGF.
La Casa Segura es un refugio construido para 40 personas, pero las noticias de la existencia de este lugar trajeron a más de 160 niñas fugitivas el pasado diciembre, época en la que comienza el tiempo de ablaciones. Mientras que en el resto del mundo el último mes del año es sinónimo de regalos y felicidad, para las niñas de este remoto pueblo de África solo significa llanto y dolor.
“Somos de la Diócesis de Mara y tenemos una Casa Segura para las chicas que no quieren someterse a la ablación. Así que cuando una chica es forzada a mutilarse pero ella quiere continuar con sus estudios, puede acudir a nosotras”, explica una de las responsables del refugio en el documental.
Actualmente, en el refugio se encuentran alojadas unas 50 niñas y allí aprenden a coser, matemáticas o inglés. Todo en un entorno seguro y alejadas de la MGF.
“Tenía miedo, pero mi mayor miedo era ser mutilada”. “Vi como mis dos primas eran mutiladas. Una sobrevivió, pero la otra murió”. “Había un hombre viejo que un día llegó a mi casa diciendo que quería una chica con ablación para casarse”. “Mutiladas a cambio de vacas. ¿No ves lo pobres que somos? Me decía mi madre”.
Estos son los testimonios de algunas de las 8 niñas que aparecen retratadas en el documental, todas ellas de edades comprendidas entre los 10 y los 15 años.
En la producción también aparece reflejado el trabajo de las responsables de la Casa Refugio, cuyo sueño es “salvar a las niñas de ser mutiladas”. Las mujeres responsables se trasladan a los pueblos de donde provienen las niñas refugiadas y se entrevistan con los familiares, tratando de convencerlos de que no deben mutilar a sus hijas.
Como explican en la campaña, la intención del documental es “crear conciencia sobre el tema, movilizar a la gente para aprender más y hacer más. Cuando la película se haga dejará un legado y esa es la meta”. “Il uminará a las audiencias en el mundo occidental pero la versión Swahili se proyectará en las aldeas, utilizándola como una herramienta para el cambio”, inciden.
Porque como bien explican en el documental, los derechos de las niñas son derechos humanos. Y los derechos humanos son los derechos de las niñas.
No hay excusas.