CORDOBA. Científicos, médicos y expertos en tecnologías convertidos en emprendedores se reunieron en la Segunda Edición de “Start me up” organizada por la Unidad de Vinculación Tecnológica (Uvitec) de esta provincia que busca impulsar innovaciones, en este caso, en el área de salud.
Entre las experiencias presentadas se cuenta la de un dispositivo “vestible” (indumentaria con tecnología incorporada) para bebes que permite monitorear el nivel de oxígeno en sangre y frecuencia cardíaca y graba eventos críticos. De manera autónoma, emite no sólo una alarma sino un impulso eléctrico que estimula al bebe para que los niveles vuelvan a los parámetros normales.
El diseño -que este año recibió un premio a la innovación de la NASA- es de “ApnoSystems”, emprendimiento del anestesiólogo Diego Delía y del economista Ezequiel Aleman que apunta a reducir las muertes infantiles, las que se producen cuando el bebé deja de respirar mientras duerme.
Delía cuenta que iniciaron las pruebas en mayo de 2015, primero con un guante y una muñequera en cinco bebés sanos; ahora trabajan en una botita. La prenda -el prototipo estaría listo en algunos meses- se comunica con los cuidadores y, si el bebé está de alta, pero hay riesgo, vía Bluetooth se conecta con el teléfono de los padres. Ya está patentado en Estados Unidos y Nueva Zelanda.
Cada año, en el mundo, nacen unos 15 millones de bebés prematuros. A comienzos de 2017 la empresa -que tienen patente asignada hasta 2032 en los principales mercados- tendrá el dispositivo final e iniciará el testeo masivo. Estará a la venta a unos US$ 300, primero en hospitales y clínicas. Mäs adelante esperan tener un dispositivo para adultos, para apnea de sueño.
Un kinesiólogo digital
Los procesos de rehabilitación después de un problema de salud son largos y, en general, tediosos. La cordobesa “Geminus-Qhom” creó una plataforma virtual que, con un sistema similar al de un videojuego (o el Kinect de una Xbox), incentiva al paciente a superar distintos niveles de dificultad mientras va reponiéndose.
“Motmi” incluye un software con los ejercicios que el paciente debe realizar según las indicaciones médicas para el tratamiento. A través de un sensor detecta los movimientos de la cabeza, el tronco y las extremidades del paciente.
Ricardo Ruival, director de la empresa, explica que el médico -cualquiera sea la patología- confecciona el módulo de rehabilitación a partir de los más de 70 ejercicios de una librería virtual; después el paciente se ubica frente al sensor y el sistema, a través de un avatar en 3D que se ve en la pantalla, le señala la actividad.
Cuando se ejercita la persona ve su imagen reflejada en un ambiente tridimensional, en un juego en la pantalla; el sensor registra cada movimiento y le advierte si debe mejorar lo que está haciendo o puede ascender en nivel de dificultad. “Motmi” funciona en cualquier computadora con una configuración estándar.
Ruival señala que es una herramienta que permite acelerar el proceso de rehabilitación y optimizar el seguimiento puesto que la plataforma recopila todos los datos. “Los estudios demuestran que una persona motivada acelera hasta el 30% su recuperación; de esta manera juega, cambia los juegos”, dice.
El desarrollo, si bien nació orientado a pacientes que sufrieron un ACV, se extendió a los distintos grupos musculares. En el mundo hay pocos sistemas parecidos. “Las tecnologías relacionadas con la detección de movimientos todavía son bastante nuevas y las plataformas que existen apuntan a patologías concretas”, explica Ruival.
Los centros de rehabilitación que quieran probarla pueden hacerlo gratis (el año que viene se cobrará la licencia); ya se experimenta en los de la Universidad Nacional de San Martín y en los de la Nacional de Córdoba y en más de una decena de clínicas en el país. En instituciones para gente mayor, también tiene buena repercusión.
Cicatrizante para heridas
Untech fue motorizado por el Laboratorio de Estudios Farmacéuticos y Tecnología Farmacéutica del Conicet y la Universidad Tecnológica Nacional de Tucumán (UNT) dirigido por Alberto Ramos. Se sumó el emprendedor Rubén Salim para aportar la parte financiera y de comercialización.
El laboratorio cuenta con varios proyectos en el área de la salud, pero el más avanzado es un medicamento para tratar heridas crónicas. Patentado por el Conicet y la UNT, está hecho en base a subproductos de bacterias lácticas que se aplican con éxito para tratar heridas crónicas como el pie diabético, las úlceras venosas y las escaras, entre otras.
En diálogo con LA NACION Salim explica que la investigación lleva 15 años y ya se usó en 50 pacientes, en los que se logró la cicatrización total; en algunos casos se evitó la amputación de miembros.
Como el laboratorio no cuenta con las certificaciones de estándares de calidad (apenas el 1% de los públicos la tienen), se deben repetir las pruebas. Están en marcha las preclínicas y después vendrán otras dos fases clínicas, las de pruebas de no toxicidad y seguridad y la de tratamiento de pacientes.
“En cuatro años podría estar saliendo al mercado, lo que no es mucho tiempo en el área médica”, aporta Salim. Una clave de este y los otros proyectos -un software de reconocimiento de heridas crónicas y un kit de extracción de exudados- es que vender bien una patente genera recursos para seguir investigando. Hasta ahora toda la financiación del proyecto fue del Conicet.