El destino jugó a favor de Ariel Colman, un argentino que se dedica a la preparación física y trabajó para la selección de Bangladesh hasta el mes pasado. “Por suerte estaba acá con mi familia cuando pasó el atentado. Como se terminó mi contrato en Asia me volví a la Argentina“, relata desde su Junín natal, a casi 17.000 kilómetros de distancia de la masacre que se adjudicó ISIS.
Como es habitual en los países que tienen una cultura diferente, los latinos tienden a reunirse para que su estadía sea más llevadera. “En nuestro grupo había mexicanos, chilenos, españoles, peruanos… estábamos todos en contacto. Sobre todo porque Argentina no tiene embajada en la ciudad, las más cercanas están en Tailandia o la India. Nos protegíamos con las embajadas de ellos”, reconoce en diálogo con Infobae sin ocultar su preocupación por la situación actual: “Tengo gran incertidumbre por los amigos que me quedaron allá. Supe que Diego, el chico que estaba trabajando en el restaurante, logró escapar. Nos había quedado pendiente juntarnos a cenar”.
Los resultados logrados con el combinado nacional y el Sheikh Jamal Dhanmondi, con el que se coronó campeón, ayudaron a que sus días sean más tolerables. “Cuando trabajaba para la Selección no tenía tanto contacto con la gente. Como es uno de los países más poblados del mundo, el tránsito es terrible. Me tuve que mudar cerca del club donde entrenábamos, que queda a 15 minutos del lugar donde ocurrió el atentado”, detalla Colman.
Además, el PF recuerda que durante el primer año vivió “con protección personal”. “Siempre estábamos con custodia, pero a medida que fue pasando el tiempo fui entrando en confianza y de a poco me empecé a manejar solo. Ellos protegen a los extranjeros porque al ser un país tan pobre, depende mucho de las ONG que van a ayudar y no quieren que les pase nada”, explica.
Así mismo, el juninense destaca que nunca tuvo una mala experiencia, aunque “en el último tiempo se produjeron varios atentados por razones políticas, porque muchos quieren desestabilizar al gobierno“. “La policía local no es confiable, son inoperantes y no cuentan con el equipamiento ideal para trabajar. Hay mucha gente que no fue capacitada para ser policía y no están preparados para resolver problemas como el de ISIS“, agrega Colman.
Naturalmente, las anécdotas relacionadas a su experiencia en el sur de Asia no fueron los principales temas de la conversación, aunque los ejemplos sirven para representar cómo se vive en Dacca: “Te podés encontrar desde un elefante hasta una persona paseando a 20 cabras por el centro de la ciudad. Más de una vez vi a varios tipos arriando vacas en lo que sería para nosotros Corrientes y Callao”.
Lejos de lo que suponía en su regreso a Buenos Aires, Colman es consciente de la suerte que tuvo. Para él fue una fortuna ser un desempleado.