En ese evento, los protagonistas fueron los menores, el alcohol, el sexo y las drogas. Y ella, desde luego.
El hecho ocurrió en abril, en el Condado de Columbia, Georgia, luego de que su hija le enviara un mensaje de texto para coordinar una fiesta con sus amigos. “Vamos, festejemos”, fue la respuesta de su madre. Esa misma noche, según el reporte policial, la mujer alentó a los presentes a realizar un juego llamado Twister, en el cual quien perdía debía desvestirse.
Luego de algunas horas, en las que Lenhardt permitió a los menores fumar marihuana y consumir alcohol en abundancia, la docente tuvo sexo con un adolescente de 18 años en el baño contiguo al living, mientras los demás continuaban con el juego sexual.
Visiblemente ebria, la mujer no quedó conforme y continuó con sus deseos sexuales, incluso delante de su hija y el resto de los presentes. En determinado momento, les dijo a todos: “Todavía estoy excitada”, subió a su habitación, trajo consigo juguetes sexuales y comenzó a utilizarlos frente a los invitados, que no podían creer lo que veían, pero festejaban. Al cabo de un rato, decidió acostarse en su habitación.
Pero el hecho condenable no terminó allí. Luego de quedarse dormida en su dormitorio, la mujer se despertó al sentir que uno de los adolescentes estaba penetrándola. Al principio, según el informe presentado por la Oficina del sheriff, creyó que se trataba del joven con quien había tenido sexo en el baño. Sin embargo, luego de un rato percibió que se trataba del novio de su hija, de 16 años.
La vida de Lenhardt cambió por completo en 2011, cuando su marido James -marine- regresó de Irak con un severo trastorno de estrés postraumático. La convivencia entre ambos se hizo imposible y decidieron romper su relación en 2014. Separados, la mujer se volcó al alcohol luego de no haber probado nunca una gota de bebida por su condición de mormona. También comenzó a ser una adicta al sexo y a la pornografía. Hasta llegó a compartir con amigos imágenes de su hija teniendo relaciones con su novio. Por tal motivo, la ex maestra buscó ayuda en su iglesia de la comunidad mormona para escapar del alcohol, las drogas y el sexo.
Por el momento, Lenhardt sorteó la cárcel, pero debió pagar varios miles de dólares para evitarla. Ahora fue condenada a un año de probation y a realizar tareas comunitarias. Eso sí: perdió la custodia de sus cinco hijos, que ahora viven con su ex marido.