La humanidad no cesa en el afán de superar sus propios retos. Desde que en 1961 el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio, la carrera por conquistar el universo no hizo más que crecer.
Con el ojo puesto en el sector turístico, en los últimos años surgieron iniciativas que persiguen convertir el espacio en el destino estrella del futuro. No obstante, contratiempos, sobre todo de tipo técnico, están ralentizando los proyectos. Apesar de todo, la pregunta continúa siendo la misma: ¿cómo será el turismo del futuro?
Richard Branson, el polifacético empresario británico, propietario del grupo Virgin, es uno de los principales valedores del turismo espacial.
En 2004, con la fundación de Virgin Galactic, ponía la primera piedra de un proyecto que preveía los primeros vuelos suborbitales para cuatro años más tarde. Sin embargo, una década después de la puesta a la venta de los primeros billetes a 200.000 dólares, las naves cargadas de turistas todavía deberán esperar.
El accidente del SpaceShipTwo, el avión espacial de la compañía diseñado para transportar a seis pasajeros ocurrido a fines de 2014, fue el último gran obstáculo: la nave se estrelló en el desierto de Mojave, en un vuelo de prueba y, desde entonces, los trabajos se centraron en aumentar su seguridad.
Todo parece indicar que el servicio, con una flota de media docena de aeronaves, podría ponerse en marcha el año que viene.
Mientras, el número de interesados en el proyecto de Richard Branson no para de crecer: hasta el momento, 700 futuros turistas espaciales ya abonaron los 20.000 dólares de depósito que les garantiza una butaca.
Otra de las iniciativas turísticas que apuntan más allá de la Tierra lleva el sello de Space Adventures, empresa estadounidense pionera y ya consolidada en la organización de este tipo de viajes.
Es que en 2001 transportó al primer turista espacial de la historia: Dennis Tito, un magnate norteamericano que llegó a la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de la Soyuz, una cápsula rusa, previo pagar 20 millones de dólares. Desde entonces, seis personas siguieron las huellas del estadounidense. Pagaron tarifas igualmente desorbitadas.
Entre la oferta de servicios de la compañía se incluyen vuelos suborbitales por 120.000 dólares; estancias semanales en la EEI, con entrenamiento previo de seis meses, por 22 millones de dólares, y, para este año, el catálogo contempla viajes de cinco días alrededor de la órbita de la luna por 150 millones de dólares.
Blue Origin
El fundador de Amazon tampoco quiere quedar al margen de esta aventura. Blue Origin, la compañía creada por Jeff Bezos y United Launch Alliance, ha fijado 2020 como un horizonte para el lanzamiento de su primer viaje turístico al espacio.
Por 155.000 dólares, los pasajeros podrán disfrutar de vuelos suborbitales a bordo de la New Shepard, la aeronave que permitirá transportar hasta seis pasajeros.
Los turistas tendrán la ocasión de deleitarse con una espectacular visión de la tierra, gracias al diseño de ventanas que lo harán posible, y de experimentar la sensación de la ingravidez.
La aventura partirá de Cabo Cañaveral, desde donde la compañía ya está realizando pruebas con notable éxito. Y es que Blue Origin se ha convertido en la primera empresa en completar un aterrizaje vertical controlado.
Más para elegir
Un mes después de conseguirlo, otra de las compañías que pugnan por una porción del atractivo futuro pastel del turismo espacial, SpaceX, igualó la hazaña de Blue Origin.
La empresa de Elon Musk, cofundador de PayPal y Tesla Motors, pretende convertir su prototipo, Crew Dragon, en la nave espacial que transporte a los turistas del futuro.
Mientras tanto, cumple con la función encomendada por la NASA de transportar al espacio a los astronautas y sueña con poner los pies en Marte, planeta al que, según sus cálculos, los humanos podrían llegar en diez años.
Otra alternativa la presenta, World View, que pretende acercar a los pasajeros al espacio sin cohetes y, por lo tanto, sin necesidad de que sufran la presión del despegue.
Su propuesta radica en transportar a los turistas a 30 kilómetros de altura gracias a la propulsión de un globo -similar a la usada por Felix Baumgartner para saltar desde la estratosfera- que carga con una cápsula desde la que los ocupantes podrán observar la negrura del espacio y tener una visión única de la Tierra.
La iniciativa de World View, prevista para este mismo año, es sustancialmente más económica que las anteriores: 75.000 dólares por menos de cinco horas de vuelo (1,5 horas de ascenso, dos de navegación y 40 minutos de descenso).
Muchas preguntas
Aunque el turismo espacial es casi una realidad y ya se pueden hacer reservas, el público sigue haciéndose muchas preguntas. Algunas realmente sorprendentes…
¿Serán necesarios los pasaportes? ¿Existen “seguros de viaje espacial”? Y de ser así, ¿qué cubre la póliza? ¿Hay un seguro de vida? ¿Podremos adquirir productos libres de impuestos en pleno vuelo? Y… ¿habrá control de aduana?