Otra vez el mismo final en Avellaneda. Independiente que juega mejor, que tiene las chances más claras, que busca variantes, que acumula delanteros, pero que no logra concretar esa supremacía en la red. Fue 0-0 ante Alianza Lima en el debut por la Copa Sudamericana y una nueva frustración para los hinchas que despidieron al equipo con algunos silbidos. El 31 de mayo, la revancha en Perú.
Los merecimiento no suelen coincidir con los buenos resultados en Independiente. Es un problema que arrastra desde hace tiempo, que genera que la paciencia se agote rápido en sus hinchas y que provocó cambio de técnicos constantes. En este arranque de la era de Ariel Holan la fórmula se repitió: el Rojo generó chances como para superar a San Martín de San Juan -especialmente- y a Vélez, pero apenas se llevó dos empates en Avellaneda.
En este escenario, el debut en la Copa Sudamericana ante Alianza Lima aparecía como un nuevo desafío. Y la chance de empezar a tomar envión con un nuevo equipo.
Como era de prever, el local tomó las riendas del juego. Pero sin juego asociado. Porque no había conexión entre Erviti y Nery Domínguez. Y todo el peligro se resumía a las llegadas por sorpresa de Rigoni o a las acciones individuales del pibe Ezequiel Barco. Fue él quien generó el penal que Leao Butrón le atajó a Gigliotti.
La frustración del delantero (con el recuerdo de aquella atajada de Barovero en el Boca-River de la Libertadores) fue el mejor recorte del primer tiempo de Independiente, que la sacó barata gracias a dos grandes atajadas de Martín Campaña.
En el segundo tiempo, Independiente otra vez salió decidido a romper el cero rápido. En ese primer cuarto de hora se vio lo mejor del equipo: más suelto, con presión bien alta y sin posiciones fijas del medio hacia adelante. Butrón, con sus 40 años, se convirtió en figura con un par de buenas atajadas a Rigoni que se sumaban al penal que ya había tapado.
Con el ingreso de Albertengo (por Blanco), Erviti se retrasó y, desde el mediocampo, el ex hombre de Banfield mostró lo mejor de su juego. Con más panorama y de frente a la cancha, empezó a manejar los hilos. Para ese entonces el equipo peruano ya no generaba peligro.
Pero el reloj le jugaba en contra al equipo de Holan. El nerviosismo bajó desde las tribunas. Y Barco no podía solo contra el embudo defensivo de Alianza Lima. Otra vez Butrón apareció puntual para atorar a Albertengo y tapar el mano a mano. Y encima Martín Benítez falló una chance inmejorable con un zurdazo que se fue pegado al palo. Si no había entrado esa…
Independiente tropezó otra vez con la misma piedra.