Tras el tercer debate, Hillary quedó como preferida

En el tercer y último debate entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump empezaron de manera más moderada antes de volver a acusaciones y ataques mútuos.

Tardó, pero llegó. En el tercer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, asistimos por fin a un enfrentamiento de puntos de vista entre los candidatos a la Casa Blanca. Series de proposiciones muy antagonistas permitieron al electorado estadounidense entender más precisamente lo que ofrecen en sus programas los dos candidatos.

UN AMBIENTE FRÍO

El ambiente no podía ser más frío. Los candidatos no se dieron las manos, ni al llegar ni al irse. Desde el inicio, la ex “first lady” y el magnate de Nueva York se enfrentaron en todos los asuntos que cuentan en esas elecciones, desde las armas a la Corte Suprema, pasando por Rusia, el aborto, la economía y la inmigración.

Después de 30 minutos de debate más constructivos que los precedentes, Trump y Clinton volvieron a sacarse chispas: la demócrata acusando a su adversario de ser un “títere” del presidente ruso Vladimir Putin, y el republicano acusando a la ex primera dama de estar detrás de las mujeres que lo acusan de conducta sexual inapropiada. Ese último enfrentamiento fue también marcado por las nuevas acusaciones de “fraude” de las elecciones de Donald Trump.

UN DEBATE MÁS EQUILIBRADO

Durante la primera parte del debate, el candidato republicano hizo, sin duda, su mejor prestación. Más controlado que en el primer debate presidencial, menos agresivo que durante el segundo, Donald Trump defendió, frente a su adversario, posiciones e ideas que pueden convenir a sus partidarios como el derecho a las armas de fuego o su oposición al aborto.

Por su lado, la antigua secretaria de Estado consiguió conservar la calma. Muy preparada, Hillary Clinton estuvo creíble, especialmente en las cuestiones de fondo. Además, la candidata demócrata se defendió de manera eficaz frente a los ataques de Trump sobre cuestiones como los mails o Wikileaks.

HILLARY CLINTON QUEDÓ FAVORITA

Aunque Donald Trump se mostró en un primer tiempo concentrado y moderado, cuando la candidata demócrata evocó sus supuestas afinidades con Vladimir Putin, el republicano volvió a adoptar el comportamiento de los dos otros encuentros. Interrumpir a Hillary, cambiar de temas sin razón o atacar personalmente su adversario: el magnate volvió a su estrategia de provocación.

Hoy, la prensa estadounidense y mundial habla sólo de la provocación más fuerte de ese último debate. En efecto, Donald Trump rompió con la tradición democrática estadounidense este miércoles, eludiendo comprometerse a reconocer el resultado de la elección presidencial y machacando su sospecha de unos comicios “arreglados” a favor de Hillary Clinton. “Veré eso en el momento oportuno. Pero lo que he visto hasta ahora es muy malo”, dijo Trump a una pregunta del moderador Chris Wallace sobre si aceptaría los resultados el 8 de noviembre.

Esa última provocación es, sin duda, un error que garantiza a Hillary Clinton una ventaja en un país que siempre defiende la transición pacífica del poder. La campaña de Trump intentó apagar el incendio: “Lo que está diciendo es que no va a aceptar simplemente una elección hasta que sea certificada y verificada”, dijo Sarah Huckabee, una vocera. Pero esa declaración hace la tapa de cada dioario estadounidense y podría hacer olvidar el tono moderado que tuvo Donald Trump durante la primera parte del debate.

Después de haber sido más convincente en los dos primeros enfrentamientos, un sondeo de la CNN dice que el 52% de las personas interrogadas consideran que Hillary Clinton ganó ese último debate, contra un 39% para el candidato republicano. Ahora, queda sólo verificar si las urnas confirmarán los sondeos el próximo 8 de noviembre.