Si nuestro minino es muy independiente y le gusta poco la socialización, no debemos pensar que es imposible conseguir que se integre en un entorno humano o con otros de su especie.
Entre las señales de este tipo de gatos está el que no buscan cobijo en nuestro regazo, que cuando los alzamos o cogemos del suelo suelen mostrarse incómodos y deseosos de que pronto los dejemos en paz en el piso e incluso se enfadan.
Una mala socialización
Este tipo de comportamientos suelen ser creados por una socialización escasa en la edad temprana, pero también pueden originarse por una mala costumbre, es decir, por unas caricias realizadas de forma brusca y excesiva.
Hemos de tener en cuenta que los gatos no son como los perros. Es decir, no soportan ninguna brusquedad en los juegos o caricias.
Un gato silvestre y cariñoso
Los expertos aseguran que es casi imposible transformar un gato silvestre en un animal supercariñoso, porque los felinos criados sin compañía humana durante sus siete primeras semanas de vida no van a aceptar nunca a sus dueños de una forma plena. De esta forma, estos mininos solo admitirán caricias de forma fugaz. Por ello es importante socializarlos cuanto antes.
Otro aspecto importante es el genético. Hay un conjunto de disposiciones genéticas en el temperamento afectivo, algunos gatos son por naturaleza independientes o incluso antisociales a pesar de haberse criado en casa.
El proceso de socialización, ¿qué hacer?
Los primeros pasos irán encaminados a unas sencillas rutinas para que nuestro felino casero sea más cariñoso con nosotros y más sociable. Por ejemplo, dale de comer con frecuencia y en pequeñas cantidades. En este sistema, no dejaremos que tenga la comida a su disposición. Es decir, que de alguna manera sepa que su alimentación depende de nuestra voluntad.
Hablar y acariciarlo con frecuencia también mejorará nuestra relación con nuestro amigo y hará de él un gato sociable. Lo acompañaremos a sus rincones favoritos, invitándolo a jugar. El juego para ellos es una forma ideal de estrechar lazos afectivos.
Es positivo no invadir su propio territorio, ni forzar caricias y mimos, sino que dejaremos que sea él quien se acerque a nosotros, gracias al juego y a golosinas. Todo con mucha paciencia y mucho mimo, para ir transformando su conducta poco a poco.
Un entorno seguro
Para conseguir que nuestro amigo gane en sociabilidad, lo primero que tenemos que conseguir es que se encuentre seguro en su entorno. Para ello, además de proporcionarle los cuidados básicos en cuanto a su comida, limpieza, etc., tenemos que ofrecerle el suficiente cariño para que tenga confianza en sus relaciones.
Sin embargo, también es cierto que cada gato precisa de un nivel de atención distinto y de un protocolo de actuación más personalizado.
El gato sociable con nuestras visitas
En el momento en que llegue alguna visita a casa, no tenemos que obligar a nuestro amigo minino a ser sociable. Es cierto que hay felinos a los que le vence la curiosidad y se acercan a olisquear, pero lo normal es que la primera reacción de nuestra mascota sea retirarse, especialmente si los invitados son niños revoltosos y chillones.
No olvidemos que los gatos oyen cinco veces más que nosotros, con lo que un grito o el diálogo en un tono alto de voz puede ser una tortura para él y no es extraño que se esconda.
Cuando haya transcurrido un buen rato y los visitantes sigan en casa, iremos a buscar al gato y, en nuestros brazos, lo acercaremos a las personas desconocidas para él. Le dejaremos que los huela y después de haber cerrado la estancia para que el animal no se pueda ir, lo dejaremos en el suelo.
Su primera reacción será irse a una esquina de la estancia. Pero poco a poco irá saliendo de su retiro para acercarse a todas las personas que están en la casa.
El paseo para un gato sociable
Si lo consideramos, y con el gato aún pequeño, podemos dar un paso más e intentar sacar a pasear a la mascota, aunque debemos considerar que estos mininos pueden ser completamente felices sin salir de casa.