El consumo de aceites procesados de semillas y vegetales se ha elevado dramáticamente en el últimos siglo. Muchas veces se los considera saludables, pero lo cierto es que pueden ser muy nocivos.
Los aceites vegetales se extraen de semillas como la soja, el algodón, el girasol y algunas más. Recién comenzaron a producirse en el siglo XX, ya que previamente no existía la tecnología para extraerlos.
Su producción involucra un proceso que incluye blanqueadores, sustancias desodorantes y el solvente tóxico hexano. Estos aceites han llegado a diferentes alimentos procesados, incluyendo aderezos “saludables”, reemplazos de la manteca, mayonesa, galletas y muchos más.
¿Por qué son nocivos? El principal problema con la mayoría de estos aceites es que tienen un contenido demasiado alto de ácidos grasos poliinsaturados omega-6.
Tanto los ácidos grasos omega-3 como los omega-6 son denominados como “esenciales” porque se necesitan en la dieta, ya que el organismo no puede producirlos.
A medida que el ser humano iba evolucionando, la proporción comparativa de omega-3 y omega-6. En principio, el radio solía ser 1:1. Sin embargo, en el siglo pasado, este radio cambió drásticamente en la dieta occidental, llegando a 16:1.
Y cuando el radio cambia a favor de la presencia mayor de omega-6, el cuerpo comienza a sufrir efectos nocivos. Los ácidos grasos omega-6 excedentes se depositan en las membranas celulares contribuyendo a la inflamación. Y éste es un factor que constituye la base de alguna de las enfermedades occidentales más comunes, incluyendo los problemas cardíacos, el cáncer, la diabetes y la artritis.
Muchas veces se han vendido como “saludables para el corazón” y varios nutricionistas han impulsado su consumo. Pero los aceites de semillas no se “queman” para producir energía como todo los demás macronutrientes. Se almacenan y se incorporan en las células, llevando a cambios fisiológicos en el cuerpo.
Y si hay muchos de estos ácidos grasos en el organismo (y hay que recordar que se almacenan), entonces las membranas celulares son más proclives a oxidarse. Básicamente, el cuerpo se llena con ácidos grasos muy frágiles que pueden degradarse fácilmente para formar componentes dañinos.
Y considerando que las grasas poliinsaturadas pueden volverse rancias a temperatura ambiente, es muy probable que una buena parte de los aceites vegetales en el mercado ya estén de hecho dañados incluso antes de ser consumidos.
Luego de que se probara de que las grasas saturadas no elevaban el colesterol ni contribuían a los problemas del corazón, la atención se volvió hacia las grasas trans y los aceites vegetales y de semillas.
Es importante subrayar que no todos los aceites vegetales son malos. El de coco y el de oliva, por ejemplo, son una excelente opción.
Los aceites vegetales que deben ser evitados a causa de su alto contenido en omega-6 incluyen el de soja, el de canola, el de maíz, el de cártamo, el de semilla de algodón, el de girasol, el de maní, el de sésamo, el de colza y el de salvado de arroz. También deben evitarse todas las margarinas.
Las grasas saturadas, como la manteca, el aceite de coco y la grasa animal, son las mejores para cocinar porque son las más estables en temperaturas altas. El aceite de oliva es también una muy buena opción.
Además, si se quiere evitar los aceites vegetales nocivos, es importante leer las etiquetas de los alimentos para chequear si los contienen.