Pablo tiene 20 años y hace changas en las chacras de la zona. Terminó séptimo grado en el aula satélite de la Escuela 472 y empezó la secundaria en Villa Bonita, pero a los pocos días el director mandó a llamar a sus padres y les comunicó que era imposible que continúe en el colegio, ya que tenía serias limitaciones para leer y escribir.
“Nos dijo que sabía menos que un chico de tercer grado, que iba a perder tiempo en el colegio porque no sabía nada. Así que dejó el secundario y empezó a trabajar. En la escuela no aprendió nada, igual que los hermanos y los vecinos. Acá los maestros nunca enseñaron nada y nuestros hijos sólo perdieron tiempo”, graficó Nelson Pagel (56).
Y los testimonios se suceden y coinciden: los alumnos del aula satélite de Picada Mandarina, municipio de Campo Ramón, van a la escuela y no aprenden nada. Concluyen la primaria sin saber leer ni escribir.
Cansados de la situación y el fracaso de sus hijos, días atrás un grupo de padres comenzó a movilizarse y convocaron al intendente José Luis Márquez Da Silva, ante quien expusieron todos sus reclamos y necesidades.
“La verdad es que cuando me contaban lo que pasaba, no lo podía creer y pensé que exageraban. Pero al llegar al aula satélite comprobé que decían la verdad. No sólo que los chicos no saben nada, sino que no había luz ni agua; usaban letrinas y hasta había murciélagos atrás de un pizarrón”, detalló el jefe comunal.
En ese contexto, solicitó la inmediata intervención de la supervisora escolar, con sede en Oberá, quien tras constatar la situación, ordenó el relevo de la pareja de docentes que durante 15 años estuvieron asignados al lugar.
Este medio se comunicó con autoridades educativas, entre ellas Dora Gallardo, directora de Enseñanza Nivel Primario, quien señaló: “A través de supervisión hemos tenido conocimiento de algunas situaciones planteadas por los padres, y con referencia a eso, hemos hecho las actuaciones correspondientes. El aula satélite está funcionando con total normalidad”.
“Dormían la siesta en el auto”
El hecho derivó en la apertura de un sumario administrativo y los implicados fueron asignados a la Escuela 472 de la ITA, núcleo del aula satélite de Picada Mandarina, a donde llegó una nueva maestra.
Tras una primera evaluación, la docente encontró graves deficiencias en los alumnos que asistían a clases en grados acoplados.
El maestro tenía a cargo a los niños de 9 a 12 años y su mujer a los más chicos, aunque la actividad era mínima o nula. En tanto, los días de lluvia ni siquiera había clases.
Ayer, en diálogo con El Territorio, Pagel y otros padres recordaron que el aula satélite se construyó hace 15 años con fondos provenientes de padrinos de Buenos Aires. Hasta entonces, los alumnos de la zona debían caminar siete kilómetros para llegar hasta el núcleo, la ITA.
“Con varios padres ayudamos a construir esto porque era para el bien de nuestros hijos, pero pusieron unos maestros que no tenían ganas de trabajar. Venían y dormían la siesta en el auto. La maestra después tejía y el marido leía el diario. Por eso mis hijos no aprendieron nada”, lamentó Pagel.
Actualmente, el establecimiento tiene una matrícula de 18 alumnos, que en pocas semanas más se incrementaría a 30 con la incorporación de una docente de Nivel Inicial.
“Ojalá de ahora en más las cosas mejoren y aunque sea mi nena más chica, que tiene 4 años, aprenda algo”, agregó.
Por su parte, Luis Matozo (47) precisó que tiene nueve hijos, de los cuales cinco pasaron por el satélite, además de varios sobrinos.
“Mi gurí de 10 años va a cuarto grado, pero no sabe el abecedario ni dividir. Tengo un sobrino que terminó séptimo y está de novio, pero no le puede mandar ni un mensaje a la novia porque no sabe escribir”, relató apenado.
Y agregó: “Yo fui a la escuela hasta tercer grado, pero aprendí mucho más que los chicos que terminaron séptimo acá. Incluso, mis dos hijos mayores empezaron la secundaria y tuvieron que dejar porque no entendían nada”.
Ver para creer
En una semana de trabajos, la Municipalidad de Campo Ramón ya conectó la electricidad y el agua potable, mejoró los sanitarios y pintó las aulas.
“Los padres se contactaron conmigo para decirme que si no había una solución iban a tomar el lugar. Lo que encontramos nos dio vergüenza ajena, no había compromiso ni se entiende cómo estuvieron 15 años así. Aparte que no enseñaban, las aulas estaban totalmente destruidas y lo único que no cayeron fueron las paredes”, comentó el intendente.
En tanto, mencionó que la nueva docente asignada mostró mucha predisposición, al tiempo que pretende entrevistarse con la ministra de Educación para evaluar la posibilidad de convertir el aula satélite en escuela.
“La supervisora se sorprendió cuando comprobó in situ lo que pasaba. Es algo indefendible. Estos docentes estuvieron más de 15 años y no enseñaron nada. Los padres estaban cansados y bajaron los brazos porque querían ayudar, pero siempre había un no. Ahora se pusieron a total disposición y están colaborando”, subrayó.
Lamentó que muchos jóvenes de la zona hayan fracaso en la secundaria y que no tengan más opción que hacer changas.
Al respecto, opinó que “es una barbaridad lo que hicieron, estafaron a toda la comunidad. En tiempos de computadoras e internet, nuestros chicos no tenían luz en la escuela y venían a perder el tiempo”.