Diez días convivió el preso Nélson Miguel Amaya con su suegra, en la casa que ella tiene en la ciudad chubutense de Trelew. Le alcanzó y le sobró para darse cuenta que era acaso un peor castigo que la cárcel y se fue solo hasta la seccional tercera, a pedirle a los agentes que lo esposaran y lo llevaran de vuelta a la Alcaidía.
“Prefiero estar en la Alcaidía antes que en la casa de mi suegra”, pidió.
Como no tenía antecedentes, la jueza Ana Servent le había concedido la prisión domiciliaria hasta que llegue el momento de determinar la fecha del juicio. Sin embargo, Amaya volvió ahora a ser noticia por el motivo menos pensado. Rechazó el beneficio “porque no la aguantaba”.
El preso está acusado de haber asesinado a su cuñado durante una discusión familiar durante la madrugada del 26 de febrero. Ahora, volver a la cárcel sería la única alternativa del hombre ya que su casa se encuentra a pocos metros de la casa de su hermana, esposa de la víctima, quien manifestó que tenía miedo de que el acusado viva tan cerca.