Mientras para los hombres tener una compañera les agrega una hora (¡solo una!) de trabajo extra, para las mujeres son siete, lo que equivale casi a un trabajo paralelo, pero sin dinero, ¡voila!. A la pregunta de, ¿por qué la edad jubilatoria de las mujeres debería seguir siendo menor que la de los hombres? La respuesta está, justamente, en estas cuestiones: trabajo doble, por muchos más años. Las mujeres, en la mayoría de los países del mundo, cuidan de la infancia y de la vejez, se pague o no por eso.
Según un informe de este año de la Organización Mundial del Trabajo, “el reparto desigual de las labores de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas entre las mujeres y los hombres, y entre las familias y la sociedad, es un determinante importante de las desigualdades de género en el trabajo”. Si los hombres no negocian quedarse en casa cuidando a los hijos en los períodos en los que las mujeres ingresan al mundo laboral, cambian de trabajo o se les presenta una oportunidad importante para su crecimiento, la desigualdad se reproduce y multiplica.
Según este estudio de la Universidad de Michigan, las mujeres jóvenes solteras usan 12 horas a la semana en las tareas domésticas mientras que las casadas multiplican la cantidad a más de 60. Esto empeora para las mujeres con más hijos: las que tienen 3 niños pasan más de 28 horas semanales cocinando, limpiando, ordenando.
Frank Stafford, del Instituto de Investigación Social, quien dirigió el estudio en la universidad, declaró al ‘Huffingtonpost’: “Es un patrón bien conocido. Hay una significante relocalización del trabajo que ocurre en el matrimonio –los hombres trabajan más fuera de casa, mientras que las mujeres se ocupan más del trabajo doméstico. La situación se agrava cuando las mujeres tienen hijos”.