Aquello que no podemos realizar en acto en nuestra vida consciente podemos permitírnoslo en nuestra vida onírica o en nuestras fantasías. La sexualidad está afectada negativamente por los mandatos y represiones sociales y culturales. Así, es bastante probable que nuestros sueños eróticos se ocupen de gran parte de las aprobaciones que en la vida diurna no nos otorgamos. Pero para entender este concepto en su real dimensión, analicemos primero sus dos términos por separado:
* Los sueños (soñar, soñador, ensueño, soñado) se desarrollan en aquel espacio y tiempo donde el inconciente retoza como un niño realizando nuestros caprichos. Y los realiza, nos sumerge en escenas de dimensiones inimaginables en la vida real. Los sueños nos embriagan con su capacidad de alojar las aspiraciones íntimamente acunadas, sólidamente cobijadas. Sin duda, es una palabra ligada a las mejores cosas, a lo más amplio en cada uno. Los sueños habilitan nuestros permisos, nos permiten jugar con lo posible en uno, con lo lograble, con lo factible. Los sueños hablan de nuestra verdad más profunda. Dejamos en manos de lo onírico aquello que albergamos en nuestras fantasías, en nuestra esencia. Linda palabra, sana, cómplice, aliada de la vida.
* Lo erótico alude siempre al deseo convertido en placer. Es el lugar donde los sentidos se expanden y nos comunican sus hallazgos. Nos ofrece la conexión con lo más profundo de nuestro interior, lo mejor y lo más honesto. Es pulsión de vida, expresión del espíritu. Erotismo proviene del término “eros”, amor. En él, la imaginación es terreno propicio, es el lenguaje de las sensaciones y emociones y por ello es un lugar de libertad y permisos. Decimos de él que nos permite oír lo inaudito y ver lo imperceptible y nos revela otro mundo que expande nuestras fronteras. Nuestro erotismo habla maravillas de nosotros, es un hecho existencial que se desarrolla en el territorio de nuestro cuerpo psíquico, físico y energético. El erotismo es poética corporal, ceremonia, representación, rito y metáfora. Nos permite ampliar toda forma de nuestro deseo de la mano de la imaginación, agente primario en la comunicación erótica.
Así, si “sueño” es un término tan bello y “erotismo” lo es también, ¿qué podemos decir de los sueños eróticos? Dice el psicoanálisis que los sueños son realizaciones de deseos, se desarrollan en nuestro inconciente y se manifiestan a través de su simbología. Se dice del erotismo que es la celebración del deseo, que se mueve en la metáfora y que su lenguaje es la imaginación y la fantasía.
A través de los sueños podemos desplegar y expandir nuestros límites, así como lo podemos realizar a través de las fantasías sexuales sin que esto indique que lo que soñamos o imaginamos tengamos que realizarlo en la vigilia o que si no lo realizamos es porque no nos atrevemos, porque lo reprimimos en la acción. Soberano malentendido. Los sueños eróticos tienen vida propia y valen por sí mismos, nos ofrecen el terreno necesario para que juguemos, rompamos, nos perdamos en lo sorprendente y no anticipable. Nos permiten explorar nuestras posibilidades menos pensadas. Es en el sueño donde el inconciente, la imaginación y las fantasías se despliegan a sus anchas.
El soñar siempre remite a deseo. “Tener un sueño”, “perseguir un sueño”, “concretar un sueño”, son términos asociados al logro de algo fuertemente ansiado que implica un cierto estiramiento de lo “esperable” y hace cierta la ilusión.
Todo sueño es verdad, ya que toda información de nuestra imaginación y de nuestro inconciente lo es y se transforma en real cuando lo integramos y lo hacemos propio.
Entonces, una propuesta: ¿qué tal si le habilitamos una ruta, un camino, un atajo de entrada a nuestra cotidianeidad y comenzamos a hacer realidad nuestros sueños eróticos desplegándolos en nuestra sexualidad, en nuestros cuerpos, en nuestros espíritus? Lo que soñamos, imaginamos o fantaseamos nos habita, nos pertenece y lo más maravilloso es descubrirlo y aceptarlo para luego, en ejercicio de nuestra libertad, hacerlo acto.
Lic. Adriana Arias, psicóloga y sexóloga, co-autora de los libros “Locas y Fuertes” y “Bichos y Bichas del Cortejo”, junto a Cristina Lobaiza (Del Nuevo Extremo).