“¡Esto es una estafa! ¡Devuélvanme el dinero!”, podría haber gritado algún británico, con la entrada en la mano, bajando las escalinatas del court central de Wimbledon. Probablemente, más de uno se hubiera sumado al reclamo y a nadie le hubiera llamado la atención.
Aquellos que compraron localidades para observar a Novak Djokovic y a Roger Federer en la cancha principal -también a Angelique Kerber, la número 1 de las mujeres, que abrió la jornada en la misma cancha-, se deben haber sentido muy frustrados después de observar, apenas, 83 minutos de tenis. El serbio y el suizo avanzaron a la segunda rueda de Wimbledon casi sin sudar, porque sus adversarios, el eslovaco Martin Klizan y el ucraniano Alexandr Dolgopolov, se retiraron cuando todavía no se habían acomodado a la cancha.
“No se estaba moviendo bien. Antes de salir a la cancha ya sabía que él tenía problemas físicos, pero traté de centrarme en mí mismo”, comentó Djokovic, tricampeón de Wimbledon y número 4 del mundo, poco después de vencer, en 40 minutos, por 6-3, 2-0, 30-0 y retiro a Klizan (sufrió una molestia en la pantorrilla). Djokovic, de 30 años, llegó a Wimbledon luego de conquistar el torneo de Eastbourne. Tiene la posibilidad de sumar el Grand Slam número 13 de su carrera y hasta podría recuperar el primer lugar del ranking si gana el trofeo y, de la parte alta del cuadro, ni Andy Murray ni Rafael Nadal alcanzan las semifinales.
En la Catedral, Federer tomó el protagonismo que, poco tiempo antes, había tenido Djokovic. Con el 6-3 y 3-0 sobre Dolgopolov en 43 minutos, el actual número 5 del tour se convirtió en el tenista con más victorias de la historia de Wimbledon (85; desempató con el estadounidense Jimmy Connors en la primera posición) y conectó su ace número 10.000, cifra apenas alcanzada por otros dos jugadores, Ivo Karlovic (12.018) y Goran Ivanisevic (10.131).
“Cuando salí del court, sentí que había un poco de decepción en la multitud. No podían creer que volviera a suceder, exactamente la misma situación”, dijo Federer. Y bromeó: “Lo encontré (a Djokovic) en el vestuario. Le dije, ‘tal vez deberíamos salir y jugar otro set’ (…) Lo siento por la multitud. Está allí para ver buen tenis. Al menos vieron a dos que dieron todo lo que tenían. Y vieron a otros jugadores que, por lo menos, lo intentaron. Sí, es desafortunado lo que ha ocurrido”.
Con los retiros de Dolgopolov y Klizan, son siete los que se suman en apenas dos jornadas de Wimbledon. Este martes, además de los rivales de Federer y Djokovic, abandonaron Feliciano López (España, 25), Anastasia Potapova (Rusia, 300°) y Janko Tipsarevic (Serbia, 63). El lunes se habían retirado Nick Kyrgios (Australia, 20), Viktor Troicki (Serbia, 60) y Denis Istomin (Uzbekistán, 72).
La situación puso sobre la mesa, una vez más, la sospecha de que hay jugadores que, pese a no encontrarse en buen estado físico, actúan igual en un Gran Slam para cobrar el jugoso premio de la primera rueda, que en el caso de Wimbledon es de 35.000 libras (45.500 dólares). Claro que si tienen ranking para jugar el cuadro principal de uno de los cuatro grandes, se lo han ganado.
Hace pocos meses, la ATP introdujo una regla para que un jugador pueda retirarse antes de un partido de primera rueda y, así y todo, retener su premio económico. El ‘perdedor afortunado’ que lo reemplaza, se quedará con el dinero ganado en la calificación y cualquier otro premio acumulado a partir de la segunda ronda. Pero la regla no está vigente para los Grand Slams.
“Creo que la nueva regla de ATP permite a los jugadores que han llegado al cuadro principal del Grand Slam conseguir lo que se merecen, pero por otro lado permite que otros jueguen los otros no pueden. Apoyo ese tipo de regla”, sentenció Federer.
John McEnroe fue contundente en la cadena BBC: “Creo que se vio claramente que Klizan no estaba listo ni era capaz de jugar desde el principio. No es una buena imagen para nuestro deporte cuando usted tiene que sentarse y mirar eso en el court central. Para alguien como Klizan, 35.000 libras realmente importan y él es reacio a renunciar a eso”. El debate y la polémica, sin dudas, continuarán.