Los planteles de fútbol se convierten, en el mejor de los sentidos, en verdaderas tribus. Las tribus fueron la primera manifestación convivencial de los humanos. Son aquellas personas de un mismo origen, afines a ciertas costumbres y tradiciones.
Para liderar una tribu se requiere, antes que nada, el conocimiento pleno sobre el comportamiento de sus miembros y todo aquello que estos acepten o no acepten como conducta grupal. Ejercer el mando es saber adaptarse a su ética.
Hasta hace dos años, Mauro Icardi podía jugar en cualquier selección nacional de fútbol , sin que el grupo lo objetara. De hecho, fue integrante de la Sub 17 dirigida por Marcelo Trobbiani en el Torneo de L’Alcudia en el 2008 (Valencia). Jugó, hizo goles, se divirtió y cosechó nuevos amigos.
Más aún, en el 2013, Alejandro Sabella, a instancias de Julio Grondona, lo convocó para que se integrara a la selección mayor que jugaba las Eliminatorias para Brasil. El entonces presidente de la AFA lograba con tal actitud, que ningún jugador argentino que triunfara en otro país fuera convocado por selección extranjera alguna. Para ello, debía jugar con la camiseta argentina de manera oficial. Mauro Icardi jugó un amistoso contra Alemania en Frankfurt– reemplazando nada menos que a Messi- y en octubre del 2013 fue parte del plantel que enfrentó a Perú y Uruguay por las Eliminatorias para Brasil. Ese paso fue leve: jugo 8 minutos en reemplazo de Augusto Fernández.
O sea que, hasta fines de 2013, este jugador rosarino, formado en las Islas Canarias con un breve paso por el Barcelona y comprado por la Sampdoria, era un temible goleador, digno de integrar la selección nacional de fútbol.
La relación con Wanda Nara cambió todo. El goleador pasó a ser el capitán del Inter, hace más goles que nunca, la prensa italiana lo pondera y el público italiano lo aclama. Sin embargo, los tres técnicos de la selección argentina desde que está en pareja con Wanda, no volvieron a convocarlo.
Para Alejandro Sabella y para Gerardo Martino, siempre Higuín y Agüero estuvieron por encima de él. Y Bauza prefiere a Lucas Pratto como un eventual segundo delantero de punta.
Los jugadores de la selección argentina nunca se manifestaron. Ni pública, ni privadamente. Estos actores de élite, miran. Hay que saber leerle los ojos. Me consta. Todo el mundo sabe que Maxi López, el ex esposo de Wanda Nara, a quien dejó por Mauro Icardi, hizo las inferiores en River con Javier Mascherano. Son muy amigos. Compartieron sueños y familia. Resulta fácil e inequívoco intuir que para Javier Mascherano, debe haber sido duro el golpe al enterarse de que el amigo a quien Maxi López llevaba a su casa, protegía y ayudaba, terminó seduciendo a su mujer.
Javier Mascherano, no obstante, nunca hizo público su repudio. Los jugadores del plantel seleccionado sólo se han referido a este tema de manera muy íntima y bajo las más seguras condiciones de discreción. Claramente, si Mascherano tiene un amigo confiable es Lionel Messi. Seguramente con él haya hablado sobre la indignación que este hecho le produjo. Las adhesiones de Chiquito Romero, el Kun Agüero, Ezequiel Lavezzi, Lucas Biglia , el Pipa Higuaín o Mariano Andújar, resultan una consecuencia solidaria de la que no están exentas las esposas de estos. La mayoría de ellas no quiere a Wanda Nara. Y en sus reuniones sociales hablan mal de Wanda y de los demás miembros de su familia. La consideran osada, audaz, entrometida y con inmediata necesidad de liderazgo. Un rol que las esposas de los jugadores le han asignado por su calidez y solidaridad a Antonella Roccuzzo, la esposa de Lionel Messi.
El lider de estas “tribus” solo podrá ejercer su cargo si construye la ética de todos sobre su propia ética. Él debe anticiparse a interpretar y leer aquello que los demás – en este caso, los jugadores – esperan de él. Y los jugadores esperan que él no llame a Mauro Icardi.
Esto lo entendieron Alejandro Sabella y Gerardo Martino. Es por ello que prescindieron “por el momento”, de los servicios del “capo canonneri” del Inter. No hizo falta que ningún jugador se lo pidiera. Y hubiera sido grave que tal hecho ocurriera. Pues ante tal hipótesis, no hay respuestas que permitieran continuar ejerciendo el liderazgo grupal.
Imaginemos que alguien en nombre del plantel impugnare a un jugador a convocar. ¿Cuál sería la respuesta que dejara a salvo el liderazgo del técnico?. Si accede, resultará fácil presa de cualquier otra presión futura. Y si no aceptare, quedará en un virtual enfrentamiento con el grupo.
Sin que jamás lo hayan confesado ni Alejandro Sabella, ni el Tata Martino, ni ahora el Paton Bauza, la mejor manera de evitar cualquier diferencia es no hablar internamente sobre el tema .
Lo que resultará inevitable será la recurrente pregunta periodística. Se sabe que la convocatoria a Icardi es una demanda de manual. “¿y?, ¿para cuando Icardi?”. Hasta la semana pasada Bauza, quien lo visitó en Milán hace poco más de un mes, se evadía con explicaciones convencionales. Ahora, a cuatro días del encuentro frente a Chile en River, la respuesta del técnico parece más contundente: “Cuando llegue el momento lo voy a citar, hoy prefiero a Higuaín, Pratto y, si hiciera falta, están Alario y Marcos Ruben…”. O sea, nunca.
En términos objetivos, Bauza no llama a Icardi para evitar probables situaciones de confrontación con el grupo que conduce. Intuye y lee en los rostros y en las actitudes de sus jugadores que hay mucho para perder y poco para ganar. Lo analiza como técnico, pero también como ex jugador. Se retrotrae a ser uno más de ellos y se responde cual sería su propia actitud. Y siendo como es, no tiene dudas. En los códigos del fútbol, la actitud de Icardi con su compañero y por entonces amigo Maxi López, resulta inadmisible.
Por cierto, la historia del fútbol registra casos en que se han cruzado parejas. Pero los conocidos son de una naturaleza distinta a este de Icardi-Maxi López o al de Horacio Ameli contra Eduardo Tuzzio. No aparece ni el engaño ni la deslealtad al amigo. Probablemente, el más resonante se produjo a comienzo de los 50′. Y fue en Colombia, donde se hallaban jugando dos de los más grandes cracks que dio el fútbol argentino: José Manuel Moreno y René Pontoni.
Jose Manuel Moreno, “El Charro” o “El Fanfa” fue uno de los más grandes ídolos de River y también de Boca. Un adelantado en la superficie a ocupar y correr para atacar y defender por cualquiera de las dos franjas internas. Hasta hace una década se lo comparaba con Pelé y Maradona. Estaba casado con Sara Vázquez. El Charro Moreno era noctámbulo, bailarín, “escabiador” y mujeriego. Supo cerrar junto a Adolfo Pedernera y Pipo Rossi, el cabaret Marabu en las noches en que el gran Pichuco Troilo deleitaba a los milongueros con su orquesta y sus cantores Alberto Marino y Francisco Fiorentino.
René Pontoni, santafecino, hecho en Newell’s Old Boys, fue el más fino jugador que se viera en los campos del fútbol argentino. Nadie trató con tanta dulzura y amor a la pelota. Nadie con tanta estética y cariño. Dijo el inolvidable Osvaldo Ardizzone en El Gráfico, alguna vez: “Se llamaba René, nombre de hombre y de mujer, alguien con tanta sensibilidad no podría llamarse de otra manera…”. Fue amado en San Lorenzo y por eso, tal vez, se convirtió en el ídolo absoluto del Santo Padre Francisco que lo vio dar la Vuelta Olímpica en el 46′
Sara Vázquez se separó de José Manuel Moreno y después se casó con René Póntoni. Luego, una hermana de Sara se casó con Mario Boyé, “El Atomico” Boyé, campeón con Boca y con Racing. Y ambos, Pontoni y Boyé, al abandonar el fútbol, fundaron la pizzería La Guitarrita, que afortunadamente existe.
Mauro Icardi es mejor jugador ahora que cuando fue convocado por Alejandro Sabella en el 2013. Ha crecido. Pero nadie que se precie de líder de grupo habrá de insertar una espina irritativa entre esas inequívocas miradas reprobatorias de sus jugadores.. Y si había alguna chance de resolver esta cuestión en el mediano plazo, apareció Diego.
Y Maradona se ha expresado en contra de cualquier posibilidad de convocatoria a Mauro Icardi. “El que lo llame es un botón”, dijo con indignación.
Wanda Nara en una de sus apariciones televisivas en épocas pasadas, cuando Claudia era la esposa de Diego, expresó que había tenido un affaire con el Diez. Y hasta mostró en un video una supuesta prenda intima de Diego. Desde entonces, Maradona tiene cruzados a los dos: a Wanda por faltar a la verdad y a Icardi por traicionar los códigos de la amistad.
Si advertís que el grupo no lo quiere y además el referente máximo del fútbol argentino, Diego Maradona, ex compañero tuyo en la selección nacional, te lo sale a “matar”, es fácil asegurar que “por ahora” Mauro Icardi no será llamado a integrar el seleccionado. O dicho de otra manera: si no fuera el marido de Wanda Nara, por ahí el jueves lo veíamos contra Chile…
Por Cherquis Bialo