El paso del enamoramiento al amor tiene una fecha concreta. Y ocurre, según señala una reciente encuesta del sitio de citas Match.com, alrededor de los seis meses de noviazgo. Es allí, dicen los creadores de este estudio, cuando suelen coincidir tres eventos clave en la historia de toda relación, que son los que señalan el inevitable adiós a ese estado de idealización que impide ver al otro tal cual es, necesario para la construcción de un vínculo con posibilidades de perdurar más allá del primer desencuentro.
Así, según esta encuesta realizada por el sitio en cuestión sobre más de 200 hombres y mujeres de Latinoamérica. es en este lapso de tiempo cuando se producen los hitos más importantes en las relaciones, a saber: la revelación de las imperfecciones de la media naranja hasta entonces ocultas o disimuladas (173 días), la primera pelea que supera la categoría de “roce” (170 días) y finalmente, la tan temida presentación de los padres.
De esos tres eventos, la primera pelea fuerte es quizás el más importante y necesario para el devenir de la pareja, sostiene el médico psiquiatra y psicoanalista especialista en vínculos familiares y de pareja Pedro Horvat.
“Los primeros meses de una pareja son (deben ser) los del enamoramiento. Sabemos de qué se trata: es esa suerte de embriaguez maravillosa que nos convence de que el otro es perfecto (o casi) y que, por reflejo, enaltece nuestra autoestima. Su sustrato psicológico, es la idealización, la misma que de muy chicos, nos hacía sentir perfectos a nuestros padres, y permite que sobre algunos elementos de la realidad se proyecten nuestros ideales y expectativas, de modo que él o ella sean lo que siempre soñamos”, explica Horvat, que advierte que “la primera pelea no tiene por qué ser sobre algo importante, pero sí suficiente como para romper esta ilusión especular. Es el primer momento en que el otro aparece claramente como otro”.
No es casual que, como también señala la encuesta, “la revelación de las imperfecciones del otro” ocurra inmediatamente después de esa pelea fundacional; más precisamente, también en promedio, a los 173 días de iniciada la relación, sólo 3 días de la primera hecatombre vincular.
Lo que se pone a prueba, afirma el médico psiquiatra Roberto Sivak, “es la aceptación y tolerancia a las imperfecciones que se invisibilizan ante el enamoramiento inicial. La idealizacion propia de esa etapa y la exaltacion amorosa mediada hormonalmente va cediendo y se observan “imperfecciones” en lo físico, en comportamientos mucho más visibles ante la posibilidad de convivir o diferentes códigos en gustos, amistades o valores. La posibilidad de incorporar y conocer en profundidad al otro es una aventura de crecimiento si se tiene paciencia y tolerancia.
A mayor inmadurez y rasgos narcisistas marcados, mayor intolerancia: de generalizar lo positivo se pasa rápidamente a cuestionar y desvalorizar al que era objeto de amor”.”
Adiós a la magia inicial
“En nuestro caso, después de la zozobra de la primera pelea fuerte, entendimos que la «magia» inicial se había terminado, aunque eso no es del todo cierto”, cuentan Aldana Sol Criscione, de 25 años, y Juan Martín Dubarry, de 27, en pareja desde el 9 de marzo último, que vivieron su primera pelea apenas pasados los 5 meses de relación. “Los desacuerdos sirven para conocerse en un plano «más real» y construir desde esas diferencias que existen y son innegables -agregan-. Incluirlas y darles el lugar es dificultoso, pero a la larga es mucho mejor que obviarlas, es decir, que meter la tierra bajo la alfombra”.
El fin de la magia inicial no deja de ser un desafío, que demanda que las energías se dirijan ya no a reconstruir la situación previa a la pelea, sino a establecer una relación ya no basada en el enamoramiento, sino en un conocimiento más real del otro. “A partir de ahí, comenzará la laboriosa construcción de un vínculo con alguien distinto de mí, y de eso se trata (si lo logran) el paso del enamoramiento al amor -precisa Horvat-. Paradójicamente, esa primera pelea es fundante y necesaria”.
¿Cuáles suelen ser los motivos que desencadenan esa primera discusión? “Aunque no se puede generalizar, las mañas anteriores -gusto estético, puntualidad, noción de orden, o posiciones sobre género, afinidades ideológicas o políticas- suelen ser el disparador”, responde Sivak. “Quizás se evidencien diferencias sobre manejo de poder o dinero”, completa, y agrega: “Es interesante ver las notas periodísticas de espectáculos en las primeras salidas de modelos o actores y los títulos de las rupturas a los pocos meses. Los primeros suelen ser: «Es el hombre de mi vida» o «Es lo que siempre soñé», y pocos meses después: «No me sentí valorada» o «Necesito que me hagan sentir una reina»”.
“Fue tan mínimo el motivo de pelea, que prefiero no mencionarlo, pero lo cierto es que de un momento a otro estábamos a los gritos como nunca había ocurrido hasta ese entonces”, reconoce Martín Mendez, de 29 años, que recientemente cumplió un año de pareja. La primera “pelea-pelea”, cuenta, ocurrió al día siguiente de haber celebrado los primeros seis meses de noviazgo. “Cada tanto nos acordamos de la pelea, y no podemos creer que el motivo no haya sido algo realmente importante”, agrega.
En definitiva, no importa si el motivo de disputa de esa primera batalla fundacional versa sobre aspectos importantes de la vida de la pareja o sobre desencuentros mínimos en la cotidianeidad. “Diferencias sobre tipos de bebidas o comidas pueden ser oportunidad de evidenciar que no somos medias naranjas, sino frutas con subjetividades propias que nos estamos conociendo y queriendo”, afirma Sivak.
Papá, te presento a…
En torno a los seis meses de inciado el noviazgo suele ocurrir, según la encuesta de Match.com, otro hito en la historia de la pareha. Presentar al novio/a a los padres siempre tiene un valor significativo, pero menor al que tenía, afirma por su parte Sivak: “Los padres pueden llegar a conocer a varias parejas sin que el hecho implique un compromiso particular -explica-. En muchos casos los padres terminan “legitimando” la estabilidad lograda por la pareja luego de las pruebas previas (imperfecciones, peleas) y su incipiente madurez”.
Horvat coincide en que en la actualidad el valor de presentar la pareja a los padres difiere de aquel que se le asignaba décadas atrás. “Las parejas jóvenes hoy recorren un camino de consolidación muy distinto del que se transitaba un par de generaciones atrás -dice-. Liberados de convenciones, salen juntos, a veces, durante mucho tiempo, sin más acuerdos que algunas pautas de respeto mutuo. Cuando deciden ponerse de novios, esto no supone necesariamente un proyecto, sino, sobre todo, un compromiso de fidelidad, que hasta ese momento era ambiguo. En este contexto, conocer a los padres no es intrascendente, pero está desprovisto del sentido formal que podía tener en otros tiempos. Es, sí, una forma más de acercamiento, de incorporación del otro en el mundo propio y tiene un valor mucho más afectivo que de compromiso. Aún así, en el tipo de estructura familiar de nuestra cultura, la opinión de los padres no es indiferente e incide en que esta inclusión sea más o menos feliz”.
Para Aldana y Juan, pareja en la que las presentaciones ocurrieron a los cuatro meses de iniciado el noviazgo -bastante más temprano al promedio que sugiere la encuesta-, este evento sigue siendo importante. “Es un indicador de la importancia que uno le otorga a la pareja -afirman-. Si se incluye de alguna manera a la pareja en la dinámica familiar, es signo de que se pretende compartir hechos y vivencias muy personales y privadas. Por lo tanto constituye un acto de amor”.
Los primeros… de la relación
Resultados de la encuesta de Match.com
60% de los encuestados dice que presentaría a la nueva pareja a sus amigos dentro del primer mes de iniciado el noviazgo
36% dice que le tomaría un mes, o menos, desvestirse o vestirse delante de su nueva pareja con las luces encendidas
33% asegura que la primera conversación sobre el futuro a largo plazo de la pareja ocurre al año
27 años es el promedio de edad en la que los encuestados dicen haber conocido a su “amor”
1422 días son los que transcurren, en promedio, entre el inicio de la relación y el casamiento.
Sebastián A. Ríos