Las cárceles de la provincia de Mendoza padecieron en las últimas semanas un incremento latente de la violencia entre los propios internos. Los casos de un joven recién ingresado, al que violaron con un palo, golpearon y le tatuaron toda la cara con mensajes desafiantes, o el de otro preso, que fue torturado por los pares durante al menos 12 horas, fueron los ejemplos más claros de una corriente que preocupa a las autoridades penitenciarias de la prisión.
La moda delictiva más reciente no está relacionada a los falsos secuestros comunicados desde el interior de los penales hacia el afuera o de robos en la calle de presos que son beneficiados por salidas transitorias. La última moda es nada menos que los secuestros entre los propios presos y dentro de las mismas cárceles.
“Ocurren los fines de semana. Los captores suelen ser del mismo pabellón que su víctima y aprovechan un momento de recreo para secuestrarla y torturarla”, detalló el Procurador de personas privadas de libertad de la provincia, Fabricio Imparado, en declaraciones al Diario Uno.
A lo largo del último año, se registraron al menos 10 secuestros internos. Se estima que la cifra es mucho más alta, pero la mayoría de los familiares de las víctimas no presentan la denuncia por temor a las represalias posibles rejas adentro.
Uno de los últimos casos, según Imparado, ocurrió en la cárcel de Almafuerte. La madre de uno de los presos tuvo que viajar desde la provincia de Neuquén, ya que le habían pedido unos 10.000 pesos para acabar con la tortura perpetrada sobre su hijo, recién ingresado a la cárcel.
La señora tuvo que entregarle la plata a una joven que viajaba en una moto en las cercanías del hospital Lagomaggiore.
Uno de los factores que más sorprende en la Justicia es el de la pasividad y la permisividad con la que actúan los guardias de seguridad de las cárceles.
De hecho, algunos funcionarios sospechan que las fuerzas de seguridad del lugar podrían recibir un porcentaje de los pagos.
Según informó Imparado, la preferencia de los secuestros radica contra aquellos presos que fueron encarcelados por tenencia de drogas o que hayan estado relacionados al narcotráfico: los secuestradores apuntan a ese mundo para intentar exigir mayores montos económicos.
“Fue tal el incremento que se decidió trasladar a todos los acusados de delitos con estupefacientes a un mismo pabellón. La idea es tratar de bajar la cantidad de secuestros”, aseguró el juez de ejecución penal, Sebastián Sarmiento.
Mendoza atraviesa una fase crítica respecto a su población y actualidad carcelaria. De acuerdo con un relevamiento realizado por la asociación Xumec, existe una superpoblación del 22%: hay 4.564 detenidos con 3.728 plazas disponibles. De tal manera, casi 900 internos carecen de camas durante su estadía en prisión.
Gran parte de las razones de ese hecho se debe a la enorme cantidad de presos sin condena alojados en esos establecimientos.