La Comisión Ballenera Internacional (CBI) rechazó este martes la creación de un santuario en el Atlántico Sur para proteger a las ballenas, un proyecto propuesto por la Argentina, Brasil, Uruguay, Gabón y Sudáfrica.
La idea consistía en crear un santuario de 20 millones de kilómetros cuadrados para especies de ballenas amenazadas de extinción por la caza masiva destinada a la explotación de su carne y su grasa a lo largo del siglo XX. Buscaban promover “la biodiversidad, la conservación y la utilización no letal de los recursos balleneros en el Atlántico Sur”.
La propuesta necesitaba el 75% de votos para ser adoptada pero sólo recibió 38 votos favorables sobre 64 en la 66ª reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) realizada en Portoroz, Eslovenia. Los principales países balleneros -Japón, Noruega e Islandia- lideraron la oposición a la medida.
Según la Argentina y sus aliados, un 71% de los 3 millones de ballenas cazadas en el mundo entre 1900 y 1999 lo fueron en aguas del hemisferio sur. Cachalotes y ballenas azules, jorobadas, de aleta y enanas fueron las especies más afectadas.
Varias de esas poblaciones apenas se están recuperando gracias a la prohibición mundial impuesta hace 30 años a la caza comercial de ballenas, que sin embargo contempla excepciones.
UN PROYECTO “DERRIBADO CON UN ARPÓN”
Las organizaciones defensoras del medio ambiente deploraron esta nueva derrota de una iniciativa que ya había sido rechazada en años anteriores.
“Es muy decepcionante que una vez más, la propuesta de santuario en el Atlántico Sur haya sido derribada con un arpón”, deploró Matt Collins del International Fund for Animal Welfare. “Un santuario en esa región hubiese suministrado protección a una amplia gama de especies de delfines y ballenas”, agregó.
Aunque no existen reportes de caza en el Atlántico Sur actualmente, el representante de Brasil ante la CBI, Hermano Ribeiro, dijo que el santuario hubiese aportado “cierto tipo de seguridad” adicional.
“Con todos los problemas que afrontan actualmente las poblaciones de ballenas devastadas por la pesca comercial, está claro que necesitan una zona de protección donde puedan no solo sobrevivir, sino volver a recuperarse y desarrollarse”, dijo el experto en cetáceos de Greenpeace, John Frizell.
“Lo más decepcionante es que todos estos esfuerzos en última instancia son derrotados por miembros de la CBI que están a miles de kilómetros de distancia, ni siquiera en el hemisferio sur, y algunos incluso en las antípodas”, agregó.
Sin embargo, Japón, que invoca el interés científico a la hora de justificar su caza de ballenas, se opuso con vehemencia. “El uso sostenible de recursos marinos vivos, incluyendo ballenas, es algo perfectamente acorde con la protección del medio ambiente”, dijo el representante japonés en la reunión.
En el mundo existen actualmente dos santuarios, en el Océano Índico y en el Antártico, donde Japón caza parte de las ballenas que captura. “¿Quién nos puede garantizar que si una especie en particular comienza a escasear (en otras regiones) los balleneros que persiguen fines científicas no se vengan al Atlántico Sur?”, se interrogó Ribeiro.