No hay duda de que Japón es un país diferente, en todos los aspectos. Y no es nada negativo. Quien haya tenido ocasión de pasar por él dará fe de ello y puede que diga que es uno de sus destinos preferidos. Quien no, tendrá que conformarse con lo que de él nos llega.
Hace un par de semanas en Comer explicábamos que el futuro de la agricultura pasaba por robotizar las granjas. Sin embargo, hace 40 años, el tema a debatir era otro. Se discutía sobre cómo transportar sandías más fácilmente en grandes cantidades, además de permitir guardarlas al consumidor que tenía un pequeño refrigerador. Tomoyoki Ono tuvo una idea, había que darles una forma cuadrada.
Era una idea útil, beneficiaba al proveedor y al consumidor, pero sobre todo, al vendedor, ya que una sandía cuadrada costaba el doble que una normal. El secreto de su forma cuadrada radica en que los agricultores colocan la fruta dentro de un contenedor cuadrado hecho con metal y cristal. Solo deben esperar entre tres a cuatro días para que adopte la forma.
Pronto se convirtieron en productos de lujo y los precios se dispararon, el coste puede llegar ahora a los 300 euros por sandía. En el país asiático hay varias empresas que venden este tipo de fruta, como Sembikiya, un negocio que ha pasado de generación en generación desde 1834.
Aunque empezó como una frutería cualquiera, la segunda generación de propietarios decidió cambiar su modelo de negocio hacia otro en el que lo beneficios fueran mayores.Y parece que lo consiguieron.
Al entrar en la tienda, uno puede creer estar en una joyería, pero no, no lo es. Tampoco una frutería. Es una tienda de regalos. La empresa japonesa vende diferentes tipos de fruta a un alto precio y es que no toda es para consumo propio. Se calcula que más del 80% de la fruta vendida es destinada a regalos, mayormente para bodas, visitas al hospital o, incluso, para regalar a tu superior en el trabajo.
El secreto de las sandías cuadradas radica en que los agricultores colocan la fruta dentro de un contenedor cuadrado hecho con metal y cristal.
En la cultura asiática, la fruta tiene un significado diferente frente al de la cultura occidental. No es tan solo un producto para consumir, está ligada a prácticas sociales y culturales. Regalarla es un importante símbolo de respeto. De esta manera, las frutas especiales para regalos aumentaron considerablemente de precio. En Japón, se celebran subastas para comprar todo tipo de frutas: uvas, manzanas, naranjas.
Algunas compras superan los diez mil euros. No obstante, las sandías no son el producto estrella. ElYubari King, el melón típico de Hokkaido se lleva la palma. El año pasado un par de este tipo de melones se vendieron por 3 millones de yenes (más de 27.000 euros), cien veces más que una sandía cuadrada.