La dedicatoria tenía que ser para ellas. “Ema y Sofi, las amo”, escribió Horacio Zeballos sobre la cámara de TV apenas consumó la victoria, tras 2h12m, frente al francés Adrian Mannarino por 7-5, 6-3 y 6-4, que marcó su clasificación para la segunda rueda de Roland Garros. Su pequeña hija, de un año, y su esposa, la ex cantante Sofía Menconi, representan un valor agregado en la vida del zurdo marplatense.
Un triunfo que festejó con mucha efusividad porque necesitaba un espaldarazo en un Grand Slam para rubricar sus buenas sensaciones de las últimas semanas, tras alcanzar las semifinales en Barcelona y los cuartos de final en Munich. Y también para sacarse el sabor amargo de la rápida despedida de un año atrás, con el español Albert Ramos Viñolas. Aunque, claro está, era un momento muy especial producto de su incipiente paternidad.
Tras un primer set con mucha inestabilidad por parte de ambos, a punto tal de que se quebraron el saque en siete oportunidades, Zeballos logró mayor soltura y efectividad con su revés. Se sintió dominante y sólo volvió a pasar por un momento de incertidumbre en el tercer set, cuando sacó 5-2 para partido, sobrellevó un break y en el segundo match point en el décimo juego selló la victoria. Que tuvo un detalle adicional: hacía poco más de un año que no vencía a jugadores zurdos como él y llevaba ocho partidos consecutivos con derrotas desde el triunfo logrado sobre el español Fernando Verdasco en Miami 2016.
Para Zeballos, de 32 años, se avecina ahora una nueva misión: poder superar por primera vez en su carrera una segunda rueda de un Grand Slam. Fueron cinco las ocasiones en las que se retiró cabizbajo de las citas más importantes del circuito en esa instancia. Su rival surgirá del encuentro entre el gigante croata Ivo Karlovic (23° preclasificado) y el griego Stefanos Tsitsipas, llegado desde la clasificación.