Roger Federer sigue demostrando que es una de las estrellas del circuito e intentará agigantar su mito en el enfrentamiento contra Milos Raonic en el court central de Wimbledon. El suizo tiene en su mira alcanzar su undécima final en la Catedral del tenis (de sus diez anteriores, sólo sucumbió en dos ocasiones contra Novak Djokovic y una ante Rafa Nadal) y pelar por su 18° Grand Slam.
El número tres del ranking ATP tiene a su favor el historial contra el canadiense, ya que se impuso en nueve ocasiones y perdió solamente en dos. Su adversario, en cambio, cuenta con un potente saque (es el líder de aces en lo que va de la competencia) y festejó en la última vez que se cruzaron, que fue este año, en Brisbane.
El helvético arribó a esta instancia tras una inolvidable batalla contra Marin Cilic en los cuartos de final. Levantó tres match points y dejó atrás un mal comienzo del juego, con dos sets a cero en contra. Con casi 35 años de edad, y arrastrando dolores de espalda y rodilla, Federer es consciente que está ante una de sus últimas posibilidades de conseguir un Gram Slam (el último fue en esta superficie, pero en 2012).
La otra semifinal será con un choque de estilos disímiles, porque Tomas Berdych (9º) es un jugador más pegador y potente que Andy Murray, que es un gran defensor y busca constantemente el error del rival. El historial lo lidera el número 2 del mundo por 8-6.