Después de casi seis décadas de su nacimiento y su posterior apogeo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué es el rock nacional? ¿Qué es ese abanico interminable de ritmos? ¿Un género, un estilo, una corriente, un movimiento? Las definiciones que se podrían ofrecer son tan variadas que cada músico, periodista o fanático tendría una.
Los primeros rockeros argentinos portaban el estandarte de la contracultura de los años 60, de los que se habían cansado de las reversiones traducidas de hits de bandas anglosajonas y buscaban su impronta bajo la influencia del blues, el rock inglés y hasta el twist. Las plazas y los bares se convertían en epicentros para los incomprendidos de la época, que seguían a los que se habían lanzado a escribir rock autóctono. Solitarios como Tanguito y Miguel Abuelo, y grupos como Lito Nebbia y los Gatos, Los Gatos Salvajes y otros.
Ya a partir de los ’70, el rock nacional se consolidó como un bastión y una fuente inagotable de grandes títulos. Infobae consultó a periodistas especializados para que elijan una canción de rock nacional que, según su opinión, haya dejado una huella imborrable en la década que les tocó brillar y que brinden motivos de su elección.
Década del ’70
El primer nock nacional era de bajos recursos, poético, crítico, perseguido, marginal y, sobre todo, brillante. En los años 70, el género delineaba su estética a partir de su primer hit, La Balsa, de Litto Nebbia y Los Gatos. El movimiento creció hasta traducirse en festivales, popularidad y oportunidades para muchas bandas de garaje.
Manal, Almendra y Los Gatos le dieron forma, que se diversificó en Pappo’s Blues, Pedro y Pablo y Vox Dei, entre otros. La música beat, que hablaba de las mujeres y la filosofía cotidiana en canciones simples con estribillos pegadizos, se complejizaba en la Almendra de Spinetta y en el Sui Generis de Charly García.
El periodista Diego Mancusi, autor del libro “Rockstar”, eligió como el tema emblemático de la década a Castillo de piedra (1971), de Spinettalandia y sus amigos.
“No es el mejor tema de la década, no está ni cerca de ser el más popular y seguramente no haya sido una referencia consciente para sus contemporáneos, pero si uno mira hacia atrás y pone las cosas en perspectiva, ‘Castillo de piedra’ reúne varios de los elementos que signarían a los años 70 en el rock argentino. De movida junta a dos de los artistas que le marcaron el camino a sus colegas: Luis Alberto Spinetta y Pappo, compositor de la canción. También es un avance hacia el rock duro que se hace cargo de sus raíces bluseras sin dejar de experimentar, algo que el Carpo ya venía pregonando y el Flaco abrazaría del todo poco después en Pescado Rabioso.
La colectividad que caracterizaría a la escena (con La Pesada a la cabeza) también se asoma en este tema y en todo el disco, grabado con elenco rotativo y sin plan prefijado. Está claro que no alcanza el nivel icónico de ‘Bajan’ o ‘Sucio y desprolijo’, o de ‘Rasguña las piedras’ de Charly o ‘Sólo le pido a Dios’ de León Gieco, pero ‘Castillo de piedra’ funciona a la perfección como resumen y como vaticinio”.
Década del ’80
El Golpe cívico-militar de 1976 le dio a la década siguiente el toque de protesta que terminó de perfilar al rock nacional en su auge. Los Desconocidos de Siempre y La Máquina de Hacer Pájaros son bandas ícono de una época turbulenta, en la que el exilio fue la mejor opción para nuestros músicos. Desde afuera, se indignaban León Gieco, Pedro y Pablo y Lito Nebbia, entre otros.
Una vez restablecida la democracia, la idea era “liberar el arte”. El hard rock volvió a escena de la mano de Pappo y nacieron dos bandas que marcaron un antes y después como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Soda Stereo, las cuales sus fanáticos transformarían más tarde en una terca rivalidad.
Emilio Zavaley, editor web de Teleshow, optó por En la ciudad de la furia (1988), de Soda Stereo como el tema que dejó una marca indeleble en los ’80.
“Gustavo Cerati sacó el riff de esta canción cuando era un adolescente y, según sus palabras, se la grabó en un cassette a una chica que lo había dejado y le había roto el corazón. El ‘hombre alado’ también nació mucho antes que el trío que formó con Zeta Bosio y Charly Alberti: estaba inspirado en Argos, un personaje que el cantante dibujaba en su infancia, mucho antes de ser parte del disco Doble Vida.
Se editó en 1988, pero trascendió su época para convertirse en una de las infaltables en cada lista que se arme con las mejores canciones de Soda Stereo. Además, pasó a formar parte del inconsciente colectivo. Cuando se quiere describir el caos que domina Buenos Aires en muchas oportunidades, ‘En la Ciudad de la Furia’ se convierte en el título perfecto”.
Década del ’90
Ya en los ’90 el cuestionamiento se profundiza y el rock nacional se termina por definir como un género inabarcable. Pop, Jazz, Blues, Rock, Hard Rock y la New Wave se aúnan bajo el mismo concepto.
Comienzan a pisar fuerte Divididos y Las Pelotas tras la disolución de Sumo por la muerte de su líder, Luca Prodan. Además, ganan terreno bandas hasta entonces poco conocidas como Los Piojos, Los Caballeros de la Quema y La Renga.
Javier García, director de la revista Rock ‘N Ball, en su elección como título emblemático del período, se quedó con Verano del ’92 (1996), de Los Piojos.
“Son muchos y muy variados los temas que afectaron e influenciaron a los ’90. Pero, sin duda, la banda ‘noventosa’ más emblemática, al menos para mí, son Los Piojos. Y dentro de los muchos y muy buenos temas que tienen elegí Verano del ’92.
Un hit que se transformó en hitazo e incluso llegó a ser ‘crossover’. Fue la entrada a un nuevo Rock, con elementos del candombe bien rioplatense. No sé si hubiese sido posible el desembarco de La Vela Puerca o NTVG una década después sin Los Piojos. Además, marcó un antes y un después en la carrera de los de Palomar, que a partir de ahí despegó para nunca más bajar”.
Década del ’00
Es vox pópuli la consideración de que la llegada del nuevo milenio marcó el punto de inicio de una decadencia pronunciada en el rock nacional, en especial porque en 2004 se escribió su página más oscura. Durante un recital de Callejeros en el boliche Cromañón, las bengalas encendidas provocaron un incendio fatal que dejó 194 muertos.
Pese a la tragedia, no se puede pasar por alto una década prolífica de Andrés Calamaro como solista, la consolidación de Bersuit Vergarabat, temas estelares del punk de la mano de Ataque 77 y el avance de lo alternativo con Babasónicos a la cabeza. Además, la formación de una banda innovadora como Miranda! que renovó el género con recursos de electrónica y sofisticación.
Gustavo Bove, escritor del libro “Cerati, conversaciones íntimas”, apostó por Don (2004), de Miranda! como su tema icónico de la década.
“Con ‘Don’, Miranda! marcó el norte del pop en el nuevo milenio. La canción de Ale Sergi redobla la apuesta del tecno pop saltarín de los 80’s y lo impone, una vez más, veinte años después. La potencia melódica del tema arrasó al reinado del rock barrial y revalorizó el falsete como recurso.
Sonando hasta en las calesitas, se quedó con el cetro que en los 80’s había tenido ‘Tirá Para Arriba’ de Miguel Mateos/Zas, y en los 90’s había ostentado ‘Matador’ de los Fabulosos Cadillacs. Además, la canción de Miranda! impuso un nuevo héroe para el rock nacional: Lolo y su guitarra”.
Década del ’10
Transcurrieron solo seis años, pero nos tomamos el atrevimiento de incluirla en la lista. La década del ’10 hasta suena rara a los oídos, como si no estuviéramos preparados para reconocerla como tal. Ahora, el avance de lo alternativo se comienza a imponer con el reencuentro de Turf y la irrupción de grupos como Onda Vaga, Él Mató a un Policía Motorizado y Banda de Turistas. Como si fuera poco, el dúo Illya Kuryaki and the Valderramas se volvió a juntar tras diez años y lanzó el notable álbum Chances.
Aún queda mucho por recorrer en la década vigente, pero Nicolás Igarzábal, autor del libro “Cemento, el semillero del rock”, eligió a Mujeres bellas y fuertes (2012) – Él Mató a un Policía Motorizado por su valor coyuntural.
“Esta canción, del disco La Dinastía Scorpio, se convirtió en un himno feminista y en una bandera del #NiUnaMenos, en sintonía con los cambios culturales de los últimos años. Su letra no tiene más de 25 palabras y transmite una gran cuota de misterio remitiendo solamente a una imagen.
No habla de política, ni baja línea de nada, pero describe lo que podría ser una escena de violencia doméstica -‘gritos toda la noche, el vecino y un cuerpo’- y unas chicas que escapan, no sabemos a dónde. Pero torcieron su destino y se fueron bien lejos. ‘Mujeres bellas y fuertes se han ido, mi amigo, y no volverán’, cierra la letra, como un testigo que presenció toda la secuencia y se sentó a escribirlo. De ahí que haya tomado esa connotación social de mujeres valientes superando el peligro, como también podría tomar otras, dependiendo de cada oyente. Eso es lo que tienen las grandes canciones, esa magia especial.
El tema trascendió el circuito indie y hoy es tomado como un slogan, que incluso se usa mucho en diarios y revistas para titular sus artículos, como le pasó a Los Redondos con ‘El futuro llegó’, que tantas veces leemos en notas de tecnología. Y cuando pasa algo así -poquísimas oportunidades- hay que sacarse el sombrero”.