Ricky Martin volvió a la Argentina

El cantante volvió a la Argentina por segunda vez en el año en el marco de la gira One World Tour; se presentó anoche en el Direct TV Arena y repite hoy

La rickymania empieza a sentirse desde la Panamericana, a poco de llegar al Direct TV Arena. La fila de coches, las bocinas y la sorpresa de los mismos taxistas (“Es muy raro que esto esté así, qué hay”, dice uno), dan cuenta del fervor que despierta Ricky Martin , quien visita el país por segunda vez en este 2016 con su exitosa gira One World Tour. 15 mil personas se reunieron anoche para ver un show en el que el cantante boricua renovó su contrato con su público -que en cuestión de horas agotó las entradas para los dos conciertos en Tortuguitas (repite esta noche)-. En los alrededores del recinto, una variada y accesible propuesta gastronómica (dos empanadas y una cerveza por 100 pesos) es la antesala perfecta para tener energías por bailar y cantar.
Pasadas las 21:30, y la banda soporte Santa Fe, las luces se apagan y empiezan a aparecer los bailarines y músicos en el escenario. La voz de Ricky invade el aire y los gritos de los fans -en su mayoría mujeres- van in crescendo cuando el humo desaparece y puede verse su figura sobre una tarima. Tiene un traje y una corbata negros y, por primera vez durante la noche, muestra su sonrisa perfecta, esa que irá regalando tema a tema. Las vinchas de los distintos clubs de fans iluminan el lugar. El trío elegido para arrancar es bien arriba (“Mr. Put It Down”, “This Is Good” y “Drop It on Me”). Con destreza, los bailarines siguen los pasos de Ricky, que, además de moverse con mucha precisión, canta, se desliza por el escenario, cambia de vestuario y sigue canción a canción durante casi dos horas de show sin parar de agitar. Hay cuatro pantallas que irán modificando sus proyecciones, podrán verse figuras de colores, imágenes de la banda, también fotos de niños de la Fundación Ricky Martin acompañadas de frases conscientizadoras (“En cada niño nace una esperanza”, “La esclavitud no tiene espacio en este mundo: 27 millones de personas son víctimas y millones son niños y jóvenes”).

Sobre el escenario hay un sinfín de estímulos. Cada miembro de la banda acompaña al cantante con pasos. Hay dos teclados, dos vientos, batería, percusión y guitarras. Los bailarines y sus variados vestuarios son casi tan importantes como los músicos. Las coreografías dan cuenta del gran estado físico de Ricky que, en sus 40, se muestra igual de enérgico que a los 20. La puesta -más austera que la que hubo en Vélez en marzo pasado- también es atinada para la propuesta. Hay leds, que van cambiando de acuerdo a los ritmos. Y mucha sensualidad. “Shake Your bon-bon” abre un nuevo sector del espectáculo: las canciones más celebradas, las que son en español. Sigue con “Adrenalina” y vuelve a usar su sonrisa irresistible para dirigirse a su público una vez más. “Buenas noches Buenos Aires, ¿cómo estás? Me encanta tu mirada. Gracias, te amo Argentina”, dice. Abajo, las chicas se pelean por verlo, se suben a las sillas. “¿Estás listo para pasarla bien?”, pregunta y pide que canten con él. Acto seguido se escuchan las primeras estrofas de “Tal vez” y su voz se funde con el sonido ambiente del Arena. Pero todavía no llega el bloque baladas, así que el conquistador da un giro y vuelve a convertirse en una bomba latina con “Livin’ La Vida Loca” y una coreografía donde vuelve a mover la cola y a coquetear con los bailarines que lo rodean, como en el video.

Con “Asignatura pendiente” abre el apartado romántico. Y les da a sus fans un poco de tela para desgastar las gargantas. El cantante sigue con “Un disparo al corazón” (uno de los temas de A quien quiera escuchar que se canta como sus clásicos de los 90). Y se sumerge en sus temas inmortales. Primero con “A medio vivir”, canción que convierte al recinto en una voz universal y pone a las fans a cerrar los ojos, y, más tarde, con “una de sus canciones favoritas” (“Tu recuerdo”). Con pasos de salsa y con un pedido al público de que cante con él, Ricky vuelve a sonreír. Y combina clásicos, “Y todo queda en nada” y “Fuego de noche, nieve de día”. Las luces de los celulares, el canto generalizado y la camisa blanca transpirada tienen un final perfecto con “Vuelve” y un solo de guitarra que saca al público de la hipnosis y ensoñación de estas estrofas de amor para volver a conectarse en el ritmo latino.

Con traje bordó y bailarinas con bodys blancos regresa con “Adiós” y una coreografía de cabaret, con bastones. Y llega uno de los temas más esperados, después de levantar una bandera argentina y ponersela sobre su espalda, canta “VentePa’Ca”. Por primera vez en el país, Ricky interpreta el nuevo single -y ya hit- que grabó junto a Maluma y que le trajo problemas con su pareja, por los rumores que lo vinculaban al cantante colombiano. Y para destilar sexualidad, “María”. Una bailarina y Ricky se buscan, se rechazan. Ella se acerca, baila detrás de él. Al final, un beso y el celo de las fans.

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La noche va llegando a su final pero todavía quedan clásicos. Surge el bloque más bailable con “La bomba” y “Por arriba, por abajo”, tema en el que Ricky organiza su clásica clase de gimnasia a gran escala y guía a su público para que lo imite. “Acá empieza la fiesta, voy a dividir el público”, dice y muestra su mejor sonrisa. Mira, hace caras, mueve la mano y hace señas para decir que todavía está más o menos. Es un showman nato. Bajo el lema de “No me importa el qué dirán”, saluda, pero todavía falta. Vestido todo de blanco, reaparece con “Pégate” y “La copa de la vida” que ponen a bailar a todos. Para terminar con otra de las canciones más pedidas por el público, “La mordidita”. Papel picado y humo y un “No me quiero ir” con posterior sonrisa irresistible. Así termina el primer show en el Arena.