“Voy a ser tu mayordomo y vos harás el rol de señora bien. O puedo ser tu violador, la imaginación esta noche todo lo puede”, escribió Gustavo Cerati en su célebre Juegos de Seducción, algo que algunos aseguran se estaría diluyendo con el machismo y feminismo y la consecuente liberación sexual del siglo XXI. Cuestión que las personas se volvieron “más insensibles a los contenidos sexuales y están perdiendo capacidad emocional de excitación”. Así lo demostró un reciente estudio de la Universidad Pompeau Fabra de Barcelona que midió las respuestas de los sujetos frente a ciertos estímulos eróticos.
“En los años 90, los resultados pueden ser imprecisos ya que imágenes calificadas originalmente altamente excitantes, hoy en día tienen una carga emocional disminuida y son menos excitantes”, precisa el informe publicado en la revista científica PLoS ONE impulsado por los investigadores Alberto Betella y Paul Verschure. Por ejemplo, los desnudos ya no son un paisaje reservado a la industria del porno, modelaje o actuación de revista, sino que hace décadas que los medios de comunicación y hasta las propias personas han ido desmitificando su connotación negativa y prohibida, volviéndolo algo más natural y corriente.
Ya no resulta alarmante ver escenas de sexo explícitas en películas de Hollywood, cuerpos desnudos y en pose en las redes sociales. La piel ha dejado de ser vista como un pecado y –según cómo se presente- hasta realza la belleza natural del cuerpo humano. Lo mismo fue sucediendo con la liberación sexual, fundamentalmente la de la mujer, quien hoy suple sin pudores sus necesidades sexuales al igual que los hombres lo hacen desde el principio de la existencia. Pero, el problema no radica en ese punto, sino en la deserotización y disminución del deseo. Algunos sexólogos le atribuyen esa caída al exceso de oferta mientras que otros hablan de la ansiedad del ser humano de concretar el acto sin disfrutar el ahora.
El sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff lo resumió perfectamente en una frase: “Las ganas de llegar a retiro, hace que el humano se pierda en el camino el paisaje de las relaciones que van ocurriendo”. Esa ansiedad es la misma que se intenta domar y apaciguar con técnicas de meditación porque –según argumentan algunos gurúes- nos alejan del disfrute del momento. El equilibrio entre deseo, seducción, conquista, erotismo y culminación aparecerían entonces como un todo, algo que no estaría ocurriendo.
“Obviamente las personas son cada vez más insensibles. Hay un enorme vacío erótico en beneficio del desempeño sexual y en mejorar los orgasmos. Hay una oferta de la industria farmacéutica que apunta únicamente al final orgánico de la sexualidad y poco a la provocación del estímulo, al erotismo”, explicó Kusnetzoff en diálogo con Infobae.
En la misma línea, expresó que la apariencia también vende eso. “Lo cierto es que una cosa es la visión que uno tiene de la promoción de contenidos sexuales, la utilización propagandística del sexo y el erotismo, y otra muy distinta es la acción concreta que sucede en la cama. La mirada desviada y puesta en la finalidad del orgasmo, hace perder la aparición del deseo sexual”, dijo.
De acuerdo al estudio, el placer y la excitación –denominada “The Affective Slider” (AS)- disminuirían en la medida que el individuo adquiere más experiencia frente a algo, alguien o una situación ya vivida. Betella y Verschure plantean la reflexión sobre “en qué medida la experiencia emocional y la expresión humana pueden ser mayormente moldeadas por la experiencia, y más específicamente en lo que concierne al placer y a las situaciones excitantes”.
Al respecto, el sexólogo insistió en que la idealización y expectativas depositadas en el sexo son a veces el peor enemigo: “Es necesario cerrar los ojos, abrazar, concentrarse en la sensibilidad propia y del otro, intentar disminuir la obsesión por la eyaculación y el orgasmo”. Y comentó que esto es algo que sucede cada vez más con mujeres” quienes “suelen tener orgasmos de una manera muy suave que puede pasar inadvertida para ellas y para los hombres” porque “están esperando un tsunami”.
Algunos detalles de la investigación
- El trabajo tenía un doble propósito: Probar la fiabilidad de la nueva escala AS y replicar las calificaciones proporcionadas por el International Affective Picture System (IAPS)”.
- El IAPS consiste en un banco de imágenes con múltiples categorías semánticas utilizado como estándar en estudios de psicología que permite obtener datos individuales a partir de la respuesta de los sujetos ante los estímulos.
- La escala The Affective Slider (AS) se compone de dos controles deslizantes que miden emociones básicas en términos de placer y excitación, siendo así una herramienta “más simple e intuitiva” para la autoevaluación en tiempo real que se basa en la escala Maniquí de Autoevaluación (SAM), una de las más usadas en psicología para el autoinforme.
- Una de las conclusiones del estudio fue la demostración de que la escala AS puede sustituir la SAM en la autoevaluación de placer y excitación, “con las ventajas adicionales de ser un método autónomo y que se puede reproducir fácilmente en dispositivos digitales”.
- Los investigadores concluyeron que existe una respuesta afectiva significativamente menor a los estímulos emocionales, es decir, que los autores muestran empíricamente que “hoy en día las imágenes IAPS no impactan tanto como en el pasado”.
- Los resultados del estudio apuntaron a una “insensibilidad ante los contenidos que provocan excitación”, que según los autores está causada “muy probablemente a la gran presencia de este tipo de contenidos en los medios de comunicación”.