A la vera del río Támesis, en uno de los embalses que sacian la sed de Londres, flotan 23.000 paneles solares que se funden en la distancia con la superficie cristalina del agua. A vista de gaviota, la reserva de la Reina Isabel II se extiende a lo largo y ancho de 128 hectáreas. Y es entonces cuando la mayor planta solar flotante de Europa cobra su auténtica dimensión: el equivalente a ocho campos de fútbol. Con esta instalación de 6,3 megavatios, que suministra energía limpia a la planta potabilizadora de Thames Water, el Reino Unido confirma su condición de “salvavidas” de la industria solar europea.
La insospechada alianza entre el sol y el agua ha llegado al nuboso suroeste de Londres, y también a los alrededores de Manchester (en un proyecto de United Utilities), y pronto lo hará a lo grande en Japón, con la planta solar flotante de Yamakura: más de 50.000 paneles capaces de generar 13,7 megavatios. “Estamos marcando el camino y esperamos que otros nos sigan”, advierte el ingeniero Angus Berry, de Thames Water. “Las industrias con un uso intensivo de energía tienen que pensar en alternativas más eficientes y sostenibles. En nuestro caso, no teníamos suficiente terreno para instalar los paneles, pero sí una extensión enorme de agua al lado de la planta potabilizadora”.
Los paneles ocupan al final el 6% del embalse. Más de 60.000 flotadores y 177 sistemas de anclaje han hecho falta para garantizar su estabilidad incluso en las condiciones climáticas más adversas. “Hemos minimizado el impacto ambiental en la fauna silvestre y hemos garantizado que los productos usados en los panales y en los sistemas de flotación no tengan un efecto en la calidad del agua”, asegura Berry.
La empresa ha aprovechado las primas del gobierno británico a la fotovoltaica
El coste de la planta, construida por Lightsource, ha sido de 7,5 millones de euros, notablemente superior a la instalación en tierra, aunque posible gracias a la generosa política de primas del Gobierno británico que ha concluido precisamente en marzo del 2016.”A nosotros no nos han afectado los recientes recortes a las renovables, pero los cambios van a hacer que sea difícil replicar proyectos como éste,”, advierte el ingeniero de Thames Water.
La compañía privada de agua se ha propuesto generar el 33% de su propia energía con renovables en el 2020. Thames Water -pionera junto con British Gas en la conversión del gas de aguas residuales en biometano para uso doméstico- confía en que otras industrias sigan la tendencia de producir una parte de su energía “in situ” y aliviar el peso sobre la red eléctrica. “Estamos ante un ejemplo de cómo la energía solar puede usarse donde la disponibilidad de espacio (y en este caso de agua) es un valor añadido”, asegura por su parte Nick Boyle, director ejecutivo de Lightsource, referente obligado de la fotovoltaica en el Reino Unido.
“Ha sido nuestro primer proyecto flotante, pero esperamos hacer muchos más. La principal ventaja es que los paneles funcionan óptimamente a bajas temperaturas, y el agua sirve para enfriarlos, lo que hace que aumente su eficiencia”. La solar flotante ha sido la guinda al “boom” solar del Reino Unido, que el año pasado instaló 3,7 gigavatios hasta encaramarse al podio solar europeo. “Estamos hablando ya del tercer mercado europeo, después de Alemania e Italia, responsable de casi la mitad de la potencia instalada en el viejo continente en el 2015”, advierte James Watson, director de Solar Power Europe. “En el 2016, el Reino Unido volverá a ser seguramente el principal actor en Europa por los proyectos acumulados, pero después veremos seguramente un declive como ha ocurrido en otros países”, agrega Watson. “Aunque no será tan extremo como el que ha ocurrido en España, donde el Gobierno ha matado a la energía fotovoltaica y ha penalizado incluso el autoconsumo”.