Su nombre era Carlos Bueno, propietario de la fábrica que queda en Presidente Roque Sáenz Peña, Chaco. Con la ayuda de la policía, la esposa Natalia Mudrik, abrió las puertas de la fábrica y encontró a su marido aún con vida.
“No quiero culpar a nadie pero es así. La impotencia y los nervios al ver sumas tan elevadas en las boletas de luz le hicieron subir la presión y también el azúcar, porque él era hipertenso y diabético. Lo encontramos tirado al lado de la cama con las facturas de luz en la mano, casi sin vida. El ataque fue fulminante”, aseguró su esposa.
“Me alcanzó a balbucear algo con respecto a las boletas de la luz, habló de la hija y me dijo que cuide la fábrica”, contó.
“De pagar 3.000 pesos pasamos a pagar 17 mil, después 19 mil, y él en la mano tenía dos facturas, una mayor a 20 mil y otra superior a 28.000 pesos. Tenemos 26 años en el rubro del hielo y Carlos murió a los 62 años, tenía grandes proyectos para crear fuentes de trabajo en nuestra ciudad. Creo que el gobierno debería darle una mano a las pyme y no tener que llegar a esta situaciones”, agregó.