Ramón Ayala, expresión sobresaliente de la música del litoral, fue distinguido anoche, a los 90 años, con diploma Rector Ricardo Rojas, el máximo reconocimiento que entrega la Universidad de Buenos Aires (UBA), en una ceremonia realizada en la sala Batato Barea del Centro Cultural Rojas.
De singular figura, llamativa y exuberante, Ayala -a la vez escritor, poeta y pintor- se convirtió en una personalidad fundamental de la música argentina, capaz de recoger ritmos de diferentes tradiciones de las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina y sintetizarlas en un nuevo lenguaje, acaso la faena más trascendente que puede asumir un artista en cualquier tiempo histórico.
Ramón Gumercindo Cidade, tal es su nombre de origen, recibió la condecoración de la Universidad de Buenos Aires –un diploma y una medalla- en un acto que combinó las formalidades institucionales con la picardía del músico y un desordenado y simpático concierto, acompañado por la Orquesta de la UBA, que ofreció algunas de sus más célebres canciones.
“No sé si llorar, reír o simplememente quedarme callado y disfrutar”, dijo Ayala, conmovido, al inaugurar la ceremonia.
Sin embargo, el músico misionero tuvo la palabra filosa durante toda la noche, que incluyó la composición espontánea de un poema en intercambio con el público.
Luego se proyectó un avance del documental “Un pequeño amor”, sobre la vida del artista y en etapa de preparación por UBA WebTV.
Finalmente, la Orquesta de la UBA, bajo la dirección de Guillermo Cardozo Ocampo, lo acompañó en algunas canciones célebres como “Cosechero”, “El Mensú”, “Canto del Río Uruguay”, “Mi pequeño amor” y “Lágrima sobre el piano”.
Ayala es el dueño de al menos 300 composiciones originales de la música del litoral pero, además, es el creador de un ritmo, el gualambao, en 1960, en un caso tal vez único en el folclore argentino que, como toda música afirmada en antiguas tradiciones, no reconoce génesis claras sobre cada una de sus especies territoriales.
El ritmo misionero está formado por dos ritmos de polca encadenados por una permanente síncopa que le confiere una fisonomía particular. Se escribe en compás doce octavos.
“Aquello nació por una necesidad de sintetizar los ritmos regionales. El gualambao es un ritmo guaraní generado en la región oriental de Misiones, frontera con Brasil y Paraguay, al que di la misión de vestir la selva, el Iguazú y los duendes de la tierra con un traje excepcional, de amplio espectro”, explicó una vez.
“Entre Ríos tiene la chamarrita, Corrientes el chamamé, Santiago del Estero la chacarera, Salta la baguala y la zamba y cuyo con las tonadas… entonces ¿Misiones que tiene?, una bandada de ritmos que se meten por la frontera sin pagar aduanas y que avanzan”, se preguntó entonces.
” Yo noté que por la frontera de Brasil entraban ritmos que son agradables y por parte de Paraguay entraba la galopa y por otros lados entraban una cantidad de ritmos que son nuestros pero no son nuestros. Yo digo ‘¿y por qué nosotros somos el último orejón del tarro?’, si tenemos talento y estamos vivos, vamos a crear para Misiones un ritmo, vamos a tomar estos ritmos que entran y hacer una síntesis y de ahí que salga lo que Dios quiera”, rememoró Ayala.
Ramón Gumercindo Cidade nació en Garupá, el 10 de marzo de 1927. Su intenso recorrido fue reconocido esta noche por la Universidad de Buenos Aires en el Día Internacional de la Música; aunque no en Argentina, que lo celebra el 23 de enero por el nacimiento de Luis Alberto Spinetta.