QUIETISMO: Para ser Feliz no hay que hacer nada

El aragonés Miguel de Molinos predicaba el "quietismo", según el cual para ser feliz no hay que hacer nada: el alma ha de quedarse pura y quieta.

El aragonés Miguel de Molinos ha pasado a la Historia como hereje, fundador de la corriente espiritual heterodoxa denominada “quietismo”. Además, su obra más famosa, la Guía espiritual, fue en su época un auténtico best-seller que se tradujo al latín, francés, alemán e inglés y del que, en quince años, se hicieron veinte ediciones. La influencia del molinosismo se extendió por naciones católicas y protestantes, pero Molinos no fue profeta en su tierra.

El que Marcelino Menéndez Pelayo llamó “clérigo oscuro” en su Historia de los heterodoxos españoles nació a últimos de junio de 1628 en Muniesa, diócesis de Zaragoza entonces y hoy provincia de Teruel. Alumno de los jesuitas en el Colegio de San Pablo, el 21 de diciembre de 1652 fue ordenado sacerdote. En 1663, la Diputación le nombró postulador en Roma para promover un proceso de beatificación. En la Ciudad Eterna transcurrió el resto de su vida, haciéndose famoso como predicador, confesor y director espiritual para, al fin, hundirse definitivamente en el descrédito.

En 1675 empezará a ser conocido como escritor gracias al Breve tratado de la comunión cotidiana y la Guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y la interior paz. El primero es un librito carente hoy de interés; el segundo constituirá la gloria y la ruina de Molinos. La Guía espiritual representa el último escalón de la tradición mística española, que tiene como máximos precedentes a santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. “El camino para llegar a aquel estado del ánimo reformado, por donde inmediatamente se llega al sumo bien, a nuestro primer origen y suma paz, es la nada”.

Así dice la Guía, proponiendo la aniquilación personal como espacio de relación con Dios. Tan curiosa doctrina sobre la oración mental ganó numerosos adeptos, y no sólo en los conventos. El aragonés trabó amistad, entre otros, con la ex reina Cristina de Suecia, el cardenal d’Estrées, que luego fue su enemigo, y el papa Inocencio XI.

El proceso de aniquilación

En 1678, movidos en parte por la envidia, los jesuitas Gotardo Bell’Uomo y Paolo Segneri criticaron las teorías de Molinos y pusieron sobre aviso a la Inquisición; para salir al paso de sus acusaciones, éste escribió en 1680 Defensa de la contemplación, que no vio la luz. La Guía espiritual fue también denunciada por el cardenal d’Estrées, embajador en Roma del rey Luis XIV, que consideraba a los quietistas un elemento a favor de la casa de Austria y contra Francia. Molinos fue detenido por la Inquisición el 18 de julio de 1685 y su proceso se prolongó dos años.

El 13 de septiembre de 1687 tuvo lugar el acto de abjuración solemne en la iglesia de Santa María Sopra Minerva: ante 23 cardenales pidió perdón y abjuró de sus errores. Fue condenado “por inmoralidad y heterodoxia” a prisión perpetua. El 20 de noviembre de aquel año, Inocencio XI publicaba la bula Coelestis Pastor condenando 68 proposiciones molinosistas por “heréticas”, “blasfemas”, “subversivas”… Conducido de la mazmorra a un monasterio en Roma, moría el 28 de diciembre de 1696.