Convengamos en que la cola del hombre “hetero” es una zona censurada. Todos, incluso ellos mismos, tienen la sensación de que “con eso no se jode”. Fijate que no es solo en la cama, es en la vida: no lo mueven cuando bailan, no lo muestran cuando seducen. Claramente es un viejo tabú. La buena noticia es que cada vez menos. Hoy, hablar del placer anal masculino es bastante más fácil; y seguir bajando es también más fácil. Es que muchos hombres se relajaron respecto al tema y, si no se animan a probar, al menos se atreven a preguntarse en voz alta. A medida que dejamos de mirar con ojo censurador ciertas prácticas y zonas del cuerpo, podemos encarar charlas más honestas respecto a nuestras ganas de explorar.
EL GRAN TABÚ
Hay que dejar algo en claro: científicamente, esa zona de su cuerpo es infalible. La cantidad de terminaciones nerviosas y el nivel de sensibilidad la vuelven objetivamente megaplacentera, al punto de que muchos pueden llegar al orgasmo simplemente con su estimulación, sin necesidad de tocar a su otro amigo.
Su potencial físico para el goce no es chamuyo. Pero de nada sirve todo esto si la idea de hacerlo no activa su órgano sexual más importante: el cerebro. Es su mente la que dirige su predisposición a disfrutar esta parte. Todo bien entonces con los datos anatómicos, pero los prejuicios, los gustos y la educación bien podrían tirarlo por la borda (¡o por la popa!).
Todavía hay algo respecto a los placeres masculinos que al mundo le cuesta bastante entender. A nosotras también. La sexualidad de un hombre no se define por la zona del cuerpo con la que goza, sino por el género de la persona que lo hace gozar.
Esto significa que ningún tipo es gay por dejarse tocar la cola por una chica.
La cosa cambia, lógicamente, si el que se la toca es otro hombre. Para decirlo de otro modo: vos bien podrías ponerlo en cuatro y esto no incrementaría en nada el riesgo de que te deje por un varón.
Pero no solo la heterosexualidad parece desafiada cuando hablamos de este tema. Los valores que hacen la masculinidad suelen sentirse amenazados fácilmente.
Se supone que un hombre es dominante y activo. Y una mujer, receptiva y pasiva. Esta aceptación de los roles biológicos suele ser demasiado solemne. Por eso, si tu hombre no se atreve a estar más allá del bien y el mal en estas cuestiones, es probable que no puedas bajar tu mano de su cintura.
PENETRADORAS
Es interesante mirar qué nos pasa a nosotras con todo esto que les pasa a ellos. Para empezar, ¿qué placer podemos obtener de algo que no involucra ninguna de nuestras zonas erógenas físicas? Una vez más, es nuestra psicología la que puede explicar por qué a algunas nos copa la idea de convertirnos en “penetradoras” (no importa en qué escala) y a otras no. Lo tentador de avanzar sobre lo prohibido, de ir llevándolo a él, es lo suficientemente estimulante para que muchas lo intenten. Quieras o no, la “entrega” de parte de él te da poder a vos y puede tener una rosca positiva en la pareja. Pero atentas, porque no a todas nos seduce que nuestro hombre “entregue el poder” o se vuelva vulnerable en este sentido. Y en nosotras eso se manifiesta a través del asco. Si no querés ni pensarlo, no hay real deseo.
Es regla: el deseo mata el asco.
EXPLORACIÓN
Si sos de las que quieren experimentar, sabé que nadie recomienda abordajes muy directos ni prematuros. El momento de bajar es cuando arde Troya y ya está en vías de explotar. Cuando el placer tomó el cuerpo, es mucho más fácil. Las caricias no tienen que ir de una ahí, acariciá toda la piel que rodea la zona. También cuando le das sexo oral y la cuestión queda “a mano”. Para explorar esta zona, curvá el dedo hacia abajo, ligeramente. Es la posición para llegar al lugar exacto.
Movelo lentamente, masajeando la próstata. Para aumentar la sensación de placer, acariciá el perineo simultáneamente. Cuidá la higiene de uñas y manos antes y después. Y tené en cuenta que es recomendable usar un lubricante.
Por último, sabelo, si todo sale bien, no vas a tener mucho tiempo restante para jugar. Si se dejó, probó y le gustó, es inminente el final feliz.
“TAMBIÉN HAY MANERAS AMABLES DE HACERLO SIN PENETRAR”
Por Marta Rajtman, Sexóloga
Que a vos o a él los repela la idea de penetración no significa que no puedan expandir la zona de placer. Existen maneras sexies y amables de hacerlo sin necesariamente pasar esa barrera. El periné es el área del cuerpo comprendida entre el ano y los órganos genitales, esa pielcita suave en el medio a la que casi nunca le prestamos atención. Es tan sensible que los profesionales la mandamos a estimular en los eyaculadores retardados o cuando hay lesión medular, para provocar el orgasmo. La idea es acariciarla y por ahí hacer un poquito de presión, cuando la cosa ya está en llamas. Estos truquitos no son algo que generalmente ellos pidan o sepan; una mujer algo intrépida puede revelarle a un hombre sensaciones nuevas, si se anima.
Por: Denise Tempone