La primera dama estadounidense, Michelle Obama, siempre se ha destacado por ser una abanderada de la salud y el ejercicio. En las redes sociales ha sido muy efusiva acerca de su pasión por el bienestar y ha lanzado iniciativas como “Let’s Move!”, o la campaña de fitness #GimmeFive -donde cualquiera podía enviarle vía redes sociales cinco formas para mantenerse en forma- además de diversos programas de almuerzos saludables en las escuelas.
La última obsesión de Michelle, y de millones de personas, parece ser el SoulCycle, una rutina de cycling que reinventó el spinning y supo convertirse en furor.
De qué se trata SoulCycle
SoulCycle es una práctica de ciclismo indoor que complementa coreografía, música y ejercicio sobre una bicicleta fija. Las clases del SoulCycle original, con base en Nueva York, se desarrollan en una habitación semioscura llena de frases y palabras en la pared como “guerrero” u “obsesión” como parte de un estricto proceso de motivación. Los únicos requisitos para poder realizar SoulCycle: medir por lo menos 1.50 y tener por lo menos 12 años de edad.
Los movimientos varían de abdominales (mientras se pedalea se dejan caer los codos y se mantiene el peso en los músculos abdominales) hasta ejercicios para la espalda (empujando las caderas hacia atrás mientras se conduce fuera del asiento) y están diseñados para trabajar todos los músculos del cuerpo de modo que no sólo se beneficien las piernas. Cada sesión también incorpora una breve serie de ejercicios de peso en los bíceps, tríceps y hombros.
Michelle Obama es devota de esta rutina de ejercicios y atiende regularmente a clases en una sede de SoulCycle en Washington ante los ojos de sus compañeros de ejercicio, acompañada del servicio secreto:
https://twitter.com/ShaunaShaf/status/506961239441149953?ref_src=twsrc%5Etfw
Durante la clase se utilizan zapatos especiales que se adhieren a los pedales para evitar accidentes y para que la concentración se dirija sólo a mover las piernas. Por los siguientes 40 minutos, cada persona realiza los diversos movimientos de la clase variando con una perilla la resistencia que ejerce la bicicleta al pedalear. De esta manera, cada uno está a cargo de la dificultad de su propio ejercicio.
Hay momentos donde todos aumentan la resistencia al mismo tiempo, como si estuvieran pedaleando por el barro, otros períodos se dedican a la velocidad y en otro momento se ejercitan especialmente los brazos. Pero nunca se deja de pedalear.
Además, un elemento fundamental de SoulCycle que lo diferencia de las demás disciplinas son los instructores, que deben atravesar por un duro programa de entrenamiento para poder lograr el espíritu de motivación que pretenden las clases. Cada instructor debe lograr inspirar a sus “alumnos” y, por sobre todas las cosas, debe tratarlos como humanos, con sus respectivas capacidades y límites, sin presionarlos ni exigirlos de más.
Este ejercicio se extendió a varios países y ha sido etiquetado por sus detractores como una especie de “culto” u “obsesión”. Aquellos que participan se denominan entre ellos “guerreros”, “rock-stars” y hasta “leyendas”. SoulCycle supo crear una sensación de comunidad y fanatismo que ha generado burlas hasta el cansancio. Para muchas personas, pagar 30 dólares (450 pesos argentinos) por una clase extenuante de 45 minutos es signo de un excesivo fanatismo.