Sin este acto de rascar/arañar la piel de la pareja sexual, no existe excitación ni orgasmo. El proceso comienza con caricias y la intensidad de la misma, ya utilizando las uñas, va incrementándose conforme aumenta su excitación (desde arañar suavemente los senos, los labios, el torso o el trasero) hasta llegar a la consecución del orgasmo (dejando evidentes marcas en la piel de corta o mayor duración).
Como curiosidad, en el antiguo texto hindú del Kamasutra, los arañazos en la piel de la pareja están definidos por su dirección, dibujo y fuerza, como en el caso del salto de la liebre, que representa cuando las marcas de las cinco uñas se quedan visualmente expuestas en el pezón de la pareja sexual.