En cada inicio de año se suele prever los aspectos económicos, sociales o laborales. Pero pocas veces se incluye a la salud como primordial, algo clave para cumplir con cualquier objetivo. Es sabido, y como todos los especialistas recomiendan con frecuencia, la prevención es la mejor solución para cualquier enfermedad. Un buen estado de salud habilita no solo a realizar actividad física sin riesgos, sino a afrontar cualquier desafío que se encare para los próximos meses.
“El chequeo preventivo es un examen de salud que permite detectar precozmente patologías ocultas o bien evaluar los diversos factores de riesgo cardiovasculares como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, dislipémias, sedentarismo, tabaquismo, estrés; todos inherentes a cada persona en particular”, dijo Carlos Reguera, jefe del servicio de Cardiología y Medicina Preventiva en INEBA.
“Bajo la denominación chequeo se incluye el interrogatorio médico, el examen físico y un conjunto de estudios diagnósticos. Identificar alteraciones con premura permite realizar recomendaciones oportunas e incrementar el éxito terapéutico”, agregó el especialista.
Entre los estudios complementarios básicos, siempre es conveniente comenzar por un análisis de laboratorio y luego continuar con radiografías, electrocardiograma, ergometría y ecocardiograma doppler, entre otros. De encontrar anomalías o si el paciente ya posee antecedentes patológicos, se pueden solicitar otros estudios más complejos. La visita médica no demanda de más de tres horas.
Indispensable para realizar actividad física
Ante la cercanía de un nuevo año escolar, los niños y adolescentes deberán cumplir con el rutinario apto físico, un certificado solicitado para tener un registro de su estado de salud al momento de comenzar las clases y determinar si puede o no participar en las clases de educación física. Del mismo modo, los principios se rigen para una institución deportiva o gimnasio.
A través de un interrogatorio, un examen físico y estudios complementarios, el principal objetivo es detectar patologías y prevenir riesgos. La certificación comprende las áreas pediátrica, clínica, traumatológica y también cardiovascular, de modo de reducir el riesgo asociado a la práctica del deporte.
La evaluación mínima de primer nivel para el apto físico cardiovascular en deportes competitivos debe comprender un interrogatorio, un examen físico, un electrocardiograma de reposo y una ergometría de 12 derivaciones en mayores de 40 años o bien en mayores de 30 con factores de riesgo coronario, además de un ecocardiograma doppler en el caso de deportistas de alto rendimiento mayores de 16.
“Si bien el examen cardiovascular es de suma importancia, el médico cardiólogo solo no emite el apto físico definitivo. Es un eslabón más del enfoque multidisciplinario del paciente dado que si bien una persona puede estar apta para realizar un ejercicio, puede ser portadora de otras patologías no cardíacas como asma bronquial, epilepsia o diabetes, por mencionar algunas, que desaconsejan o pueden limitar los ejercicios físicos”, explicó Hernán Provera, médico cardiólogo.