El gato es el segundo animal en la preferencia de los hogares. Su apacible apariencia los convierte en una de las alternativas domésticas por excelencia. A diferencia de los perros, no suelen generar desmanes dentro de la casa y son más independientes, no requieren de atención pormenorizada por parte de su dueño. Sin embargo, de acuerdo a una estadística difundida en los últimos días, guardan un potencial peligro.
Hasta entonces, a las mordeduras de los gatos se les restaba importancia. Los últimos datos que brindó el National Institute for Health and Care Excellence (NICE) de Reino Unido generaron consternación. Según la entidad de salud, el 80% de las mordidas de los gatos en las manos se infectan y en caso de no tratarse en forma adecuada y rápida esas infecciones, pueden causar discapacidad permanente o incluso amputación de los dedos.
Estadísticas del Reino Unido apuntan que los perros son los responsables del 90% de las mordeduras registradas de animales a seres humanos. Sin embargo, las heridas causadas por los gatos tienen el doble de probabilidades de infectar, no por la higiene del animal, sino por la anatomía de la mordida.
Mientras que las mordeduras de perro tienden a causar heridas más abiertas, el desgarro del tejido por parte de los felinos, producto de sus afilados dientes, pueden ocasionar cortes de perforación profunda con una inyección de bacterias potencialmente devastadora.
El doctor Maxim Horwitz, cirujano especializado en manos y muñecas, explicó a Daily Mail que las articulaciones y los tendones de las manos están muy cerca de la superficie de la piel, lo que convierte a esas estructuras vulnerables a las infecciones bacterianas. Si los agentes patógenos presentes en la saliva del felino penetran en los tejidos por una mordedura, el problema puede extenderse a una velocidad alarmante.
“Cuando la infección se propaga a todo el cuerpo puede derivar en sepsis, aunque es poco probable”, alertó el especialista. La sepsis es una enfermedad grave que se presenta cuando el organismo no responde como debería a una infección bacteriana. Las sustancias químicas que deberían combatir la infección generan una inflamación que deriva en la formación de coágulos. En los casos más extremos, se llega a un shock séptico, potencialmente mortal.
Horwitz insistió en que esos casos son muy poco frecuentes y recomendó no acariciar a los gatos cuando su comportamiento es anormal debido a que sus reacciones pueden resultar agresivas e impredecibles. Además, aconsejó que los dueños interactúen con sus mascotas a través de juguetes en vez de con sus propias manos.