En los días previos y posteriores al arribo de los 250 kilos de pseudoefedrina que terminaron congelados desde junio de 2011 en el aeropuerto de Ezeiza y que fueron denunciados por el suspendido titular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión , otros 885 kilos del mismo agente farmacológico superaron sin problemas los controles aduaneros e ingresaron al mercado interno, lo que alimenta ahora las sospechas de los investigadores judiciales.
Los 885 kilos de pseudoefedrina que sí ingresaron al país lo hicieron a través de cuatro importaciones. Dos se registraron antes y dos después de la fallida operación de la firma Chemo, del empresario Hugo Sigman, según surge de los registros de la AFIP.
La primera importación se registró el 6 de junio de 2011. Ese lunes, Laboratorios Duncan ingresó al país, sin problemas, los primeros 35 kilos. Dos días después, Laboratorios Phoenix completó la importación de otros 400 kilos, sin contratiempos.
El viernes 17 de ese mismo mes, sólo seis días después del freno impuesto a los 250 kilos de pseudoefedrina de Sigman, Laboratorios Casasco tramitó la entrada de otros 150 kilos. Tampoco afrontó turbulencias. Y el jueves 23 fue el turno de la firma Monte Verde SA, que ingresó los 300 kilos restantes, también sin problemas.
¿Qué pasó con la operación de Chemo, el sábado 11 de junio? ¿Por qué no superó los controles aduaneros? ¿Acaso el agente de transporte aduanero no le informó a la Sedronar, como impone el artículo 9 del decreto 1095/96? ¿Por qué si los funcionarios sospecharon algún ilícito no lo denunciaron ante la Justicia? Eso es lo que ahora se investiga, con cuatro hipótesis.
La primera es la más sencilla: los documentos que acompañaban la pseudoefedrina estaban incompletos o redactados de manera errónea o el agente ATA no informó a la Sedronar, por lo que Aduana detuvo la operación, lo que llevó al equipo de Sigman a desentenderse de la mercadería.
Ésa es, de hecho, la versión del empresario. “¿Qué sentido tenía retirar la mercadería? Habíamos pagado 16.250 dólares, pero sólo a los abogados había que pagarles más”, indicó anteayer desde España, donde reside. “Hubo una compra totalmente legal, están todos los papeles a disposición de la Justicia”, añadió.
En rigor, no debió ser Sigman quien convocara a sus abogados, sino la firma destinataria de la pseudoefedrina en Paraguay, el laboratorio Comfar, y llegado el caso debió movilizarlos en Asunción, más allá de la eventual responsabilidad en Buenos Aires del agente de transporte aduanero.
La segunda hipótesis, sin embargo, sí involucra a los aduaneros. ¿Acaso pidieron una coima para destrabar la mercadería? ¿Pidieron demasiado? ¿Tanto, acaso, que a los importadores dejó de resultarles redituable los 250 kilos de pseudoefedrina?
La tercera hipótesis también coloca a los aduaneros en la mira. ¿Trabaron la mercadería con el objetivo de quedarse con ella y filtrarla -al menos en parte- en el mercado negro? Porque esa pseudoefedrina valía US$ 16.250 en el circuito legal, pero podía superar el millón de dólares en el paralelo.
“A los fines de cocinar metanfetamina, la pseudoefedrina es igual de peligrosa que la efedrina”, planteó uno de los investigadores, que apuntó a su uso como precursor químico.
Sigman clarificó, sin embargo, sus diferencias: “La pseudoefedrina es cuatro veces menos activa que la efedrina, y tiene un efecto terapéutico mucho menos adictivo”, afirmó, para luego aventar las sospechas sobre la Aduana.
“No creo que haya habido un problema de mala fe en la Aduana, sino negligencia. Fue una indecisión de qué medida tomar cuando apareció pseudoefedrina en la Argentina en tránsito a Paraguay. Estuvieron confundidos, no sabían qué hacer y fue quedando ahí”, explicó.
La cuarta hipótesis es la más incómoda de todas, pero también la más improbable. ¿El destino de esos 250 kilos de pseudoefedrina era Comfar, en Paraguay, como consta en los papeles? ¿O era el mercado argentino? Hasta ahora, sin embargo, la documentación disponible no aporta indicios en esa línea.
De los registros surgen, diferencias entre las cuatro operaciones que se completaron y la que intentó la empresa Chemo.
La primera diferencia es que los 885 kilos de pseudefedrina figuran como provenientes de India. La de Chemo llegó desde Suiza. La segunda es que las operaciones de los laboratorios Duncan, Phoenix, Casasco y Monte Verde fueron informadas como “importación a consumo con documento de transporte”. La de Chemo, como en situación de “transbordo” en Ezeiza.
La tercera diferencia es que las otras cuatro operaciones no tuvieron como protagonista a Sigman. ¿Fue un mensaje? Él sostiene que no.