Sucedió el viernes a la noche, pero se manejó con sumo hermetismo por lo que no trascendió a la opinión pública. La protesta a gritos de alrededor de medio centenar de internos alojados en el área de celdas y pabellones pudo ser desactivada a tiempo con un refuerzo del cuestionado menú. Recién entonces se calmaron los alterados ánimos.
De acuerdo a fuentes directas, en la cena sirvieron choripanes y ensalada de arroz con zanahoria. En el chorizo -que en algunos casos estaba mal cocido- fue detectado un olor nauseabundo que hasta motivó acusaciones hacia los encargados del área suministro del penal, que se ocupan de adquirir los alimentos que se consumen diariamente.
La población de la unidad penitenciaria hizo sentir su reclamo durante alrededor de media hora y ante eso, a los embutidos (que no los retiraron) les sumaron una pata de pollo, indicaron. Debió intervenir el jefe de turno, prometiendo subsanar la situación alimentaria.
“Se levantó la población contra la guardia, porque los chorizos que entregaron estaban podridos” contó un interno a un pariente que lo visitó dos días después. Y en ese punto aseguró que “hasta los guardias de adentro se quejaron, ya que en el caso de ellos le sirvieron bastante crudo el mismo chorizo podrido. Era incomible y no es la primera vez que pasa”.
De acuerdo a lo que este matutino pudo averiguar, el mismo menú se habría servido en el anexo de la Comisaría Decimocuarta, con convenio federal (están alojados internos sospechados de delitos federales), en el Instituto Correccional de Mujeres y en la Comisaría Tercera, donde las reacciones habrían sido similares.
Sanción y sumarios
El reclamo tuvo un punto álgido hasta que se presentó el jefe de guardia, quien tuvo que ordenar la entrega de otra ración de comida para que los internos recuperen la calma. “El jefe de turno calmó a la población y prometió que iban a solucionarlo y hacer otra comida”, contó una fuente interna.
Pero la situación no quedó ahí. El episodio trascendió la frontera de los barrotes y tuvo derivaciones puertas adentro de la institución carcelaria, indicaron las fuentes, agregando que no sería el primer reclamo del mismo tenor que hacen los reclusos.
En principio, el jefe de cocina habría sido desplazado de su puesto, debiendo cumplir con turnos de vigilancia externa. Mas allá de eso, desde la misma jefatura del SPP habrían iniciado un sumario administrativo interno a los integrantes del área suministros, encargados de controlar la calidad de los alimentos que ingresan a la unidad carcelaria. “Son responsables de recibir los chorizos en ese estado y el cocinero, por cocinar sin alertar a las autoridades” se informó.
La investigación que sacude a la UPIII
Presuntos hechos de corrupción en unidades carcelarias misioneras fueron reflejados muchas veces por este matutino, involucrando la última denuncia a funcionarios de Unidad Penal III de Eldorado.
La posible connivencia de internos y guardiacárceles para el ingreso de celulares y estupefacientes, entre otros beneficios facilitados a cambio de dinero, derivó en la apertura de una investigación judicial impulsada por la fiscal Bibiana María Alderice y llevada adelante por la magistrada Nuria Allou, titular del Juzgado de Instrucción Dos.
La Justicia puso bajo la lupa el desempeño del personal del Servicio Penitenciario que trabaja en el complejo y la causa fue caratulada como violación de deberes del funcionario público, concusión y abuso de autoridad. La pesquisa se inició a partir de los informes remitidos por el SPP luego de que quedaran expuestos los presuntos desmanejos que ocurren puertas adentro del penal en base al relato de familiares de internos, guardiacárceles y ex convictos. Denunciaron que previo pago tenían visitas especiales, se ingresaban drogas y celulares y hasta comercializaban alimentos destinados a la población del penal.