Para la mayoría de las mujeres, aún las que se cuidan y le dan un lugar importante a su imagen, el embarazo se asemeja a una luna de miel. Nadie te juzga si comés de más o si tu cola está más prominente: ¡es el embarazo!
Incluso, mujeres con problemas alimentarios que están en pleno tratamiento, al enterarse de que están esperando un bebé, mejoran sus síntomas típicos. Comen más balanceado y en las cantidades suficientes, y regulan su actividad física. Generalmente no es una decisión consciente: pareciera que saber que en su vientre llevan a otro ser las ayuda a salir de la anorexia. Se cuidan más por su hijo, ¡saben que no están solas!
Sin embargo, en 2008 algunos medios norteamericanos acuñaron el término pregorexia, en alusión al trastorno que se caracteriza por un culto obsesivo por la apariencia y el peso durante el embarazo. Y, mucho más recientemente, con el auge de Instagram -la red paradigmática de la estética- este cuadro pareciera haberse generalizado.
Para las mujeres que padecen esta patología, quedar embarazadas implica un estrés enorme, sobre todo para las que ya tienen problemas con la alimentación o han padecido anorexia o bulimia en algún momento de sus vidas. La ganancia de peso y los cambios corporales que acompañan al embarazo no son tolerados por ellas. Generalmente no tienen conciencia de los riesgos reales de la desnutrición durante la gestación, niegan tener problemas con la comida, cuentan obsesivamente calorías, comen solas para continuar con sus comportamientos riesgosos, saltean las comidas, entrenan excesivamente.
Aunque no figura todavía en el Manual de enfermedades psiquiátricas-, la pregorexia coincidiría con una anorexia o una bulimia de bajo peso o con un trastorno evitativo restrictivo. La primera pregunta que uno se pregunta es cómo una paciente anoréxica o extremadamente delgada o desnutrida puede quedar embarazada si la enfermedad disminuye la fertilidad (produce alteraciones en la ovulación y la menstruación). Ocurre que muchas pacientes padecen formas incompletas de este mal -lo que se denomina trastornos alimentarios no especificado. Por ejemplo, tienen bajo peso, pero conservan la ovulación y la menstruación.
¿Cuáles son los riesgos? En principio, la anemia se asocia a menor inteligencia y desarrollo cognitivo de los bebés, mayor riesgo de padecer diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares durante la vida adulta, retraso de crecimiento intrauterino, malformaciones y, en casos muy graves, se puede llegar a la muerte.
Para la madre, lo más frecuente es la aparición de anemia con cansancio, tristeza, baja energía y osteopenia/osteoporosis.
Embarazo en forma y saludable
Acá van los tips fundamentales que pueden servir para acompañar a quienes están en esta etapa.
¿Cuánto peso debe aumentar una embarazada? Una mujer de bajo peso debe ganar entre 13 y 18 kg. Una obesa, en cambio, debería ganar entre 5 y 9 kg, y las mujeres de peso normal, entre 11 y 16 kg. Lo real es que un alto porcentaje de mujeres no llegan al mínimo de peso recomendado, que es de 7 kilos. Lo importante es recordarles que, de todo el peso ganado durante la gestación, un tercio corresponde al bebé, otro a los tejidos propios del embarazo -líquido amniótico, mamas, útero, etc.- y solo un tercio es aumento real de peso de la mamá.
¿Qué hacer? Es fundamental estar atentos con las mujeres que hayan padecido trastornos de la conducta alimentaria durante la adolescencia, como anorexia y bulimia o que estén en tratamiento en el presente. Pues esto se presenta más frecuentemente en personas con trastornos alimentarios previos o con intensas distorsiones de la imagen corporal.
La buena noticia es que esta situación tiene tratamiento. Si bien es complejo, un seguimiento y una terapia adecuada pueden ayudar a la mamá y al bebé a llegar sanos y salvos al momento de conocerse y disfrutarse.
Por la doctora Mónica Katz, médica especialista en nutrición y fundadora del equipo de trastornos alimentarios del Hospital Durand.