Aveces la ruptura en una pareja es consecuencia de una infidelidad, celos o, simplemente, de la inexperiencia. Otras veces puede convertirse en una relación de poder en la que entran en tensión juego roles, equilibrios y exigencias. Lo cierto es que, son muchos los que, con el correr de los años, se levantan un día desconociendo a la persona que tienen a su lado o desconociéndose a sí mismos en esa relación.
Según el escritor Daniel Cherniavsky, “hay una falta de equilibrio que solemos tener para respetar, entender y dialogar con ‘el otro’, para superar las diferencias y las dificultades sexuales, para evitar los reproches, en fin, todo lo amargo del chocolate que a veces nos asalta durante la vida en pareja”. Chocolate amargo, la novela de las parejas (editorial Prosa) es el libro que acaba de escribir junto a su tercera esposa, la psicóloga Magdalena Ramos, quien desde hace 30 años trabaja con parejas.
“El amor es dulce como el chocolate pero la convivencia engendra amargura en muchas situaciones de la vida en común”, reflexionó Cherniavsky en una entrevista con LA NACION en la que intentó plasmar, al igual que en su libro, todo lo que se esconde detrás de las dos caras de la moneda.
“Si no existiese la posibilidad de separarse, muchas veces seríamos aniquilados por nuestra incapacidad en convivir. Gracias a Dios (aunque soy ateo) vivimos en una sociedad más abierta. Si así no fuese la unión, casamiento, o como se llame, sería como el de nuestros abuelos: esclavos condenados a un trabajo forzado”, sentenció el autor, para quien la clave está en dialogar, ser sensato y ecuánime y saber perdonar.
Para él, las personas “se casan embutidos en un enamoramiento muchas veces delirante y se separan o porque se cierra un ciclo o por falta de habilidad para el diálogo. Los que se arriesgan sin antes convivir pueden caer en una emboscada, condenados a ser devorados por una unión que, lamentablemente, muchas veces termina en un abismo”.
Cherniavsky a ese abismo lo asocia con frecuencia a la convivencia, experiencia a la que dota de un halo destructor, aunque -pese a esta mirada apocalíptica- se considera un creyente en el amor para toda la vida y puso como ejemplo las más de cuatro décadas que lleva junto a Ramos.
Ramos, basándose en su experiencia como psicóloga de parejas, sostuvo que otro factor que puede ser determinante es la cuestión de los roles y la respuesta del hombre al rol cada vez más activo y protagónico de la mujer: “El poder y el dinero generan conflictos especialmente en la actualidad porque los lugares fueron alterados. Antiguamente, el hombre era el proveedor y asumía el presupuesto familiar, hecho que le otorgaba poder y la mujer ocupaba apenas el rol subalterno de cuidar el hogar. Con la entrada de la mujer al mercado de trabajo, esta dinámica fue alterada y se generaron nuevos conflictos”.
Para Ramos la pareja tiene que cuidarse e intentar madurar y crecer a la par. “Hoy las personas están centradas en la búsqueda de la felicidad. Cuando una cosa no funciona parten para otra y existe menos tolerancia para soportar un vínculo”.
Para ella las personas suelen casarse en busca de protección, de una persona con quien poder compartir la cotidianidad y enfrentar la vida y los problemas con más facilidad, aunque reconoció que “en una cierta medida esto es una ilusión”. La psicóloga destacó, así, la importancia de “conocer” a la pareja antes de casarse y sostuvo que, si bien es importante que haya cierta idealización, esto puede enceguecer a la persona e impedirle conocer verdaderamente al otro. “En la primera etapa los cónyuges están bajo el influjo de la pasión; de alguna manera, se ‘inventa’ al otro, solo se ve lo que se quiere ver y se niega lo que a uno no le gusta de quien tiene a su lado”.
Por: Manuela Parajuá