Cuando uno felizmente se dispone a cambiar sus hábitos alimentarios, no existen los alimentos prohibidos porque ya no se está haciendo “dieta”. Por el contrario, se sigue un plan de alimentación donde la clave está en aprender a comer variado, equilibrado y moderado. Los gustos están presentes, hay que programarlos y disfrutarlos con placer y sin culpa.
De a poco comienzan a incorporarse alimentos que antes la rigidez de la dieta no permitía como, por ejemplo, una porción de torta, un helado, pizza, o una porción de papas fritas.
De estas opciones es muy probable que las papas fritas, en especial las de copetín, sean lo más difícil de controlar. Esto tiene diferentes motivos: se comen con la mano y esto implica una mayor probabilidad de comerlo de más; la crocancia y su contenido de grasas y sal las hace muy atractivas y tentadoras para el paladar; y, como en general se comercializan en paquetes grandes, el “stop” llega después de haber ingerido una gran cantidad y de terminar el contenido. Finalmente, pero no menos importante, se suelen consumir mientras se está leyendo, trabajando en la computadora, manejando, mirando una película o en una reunión social. Lo cual hace que no se pueda medir la cantidad que se consume. Lo que quiero decir es que es igualmente relevante “qué comer y cómo hacerlo”.
No obstante, aunque frente a los ojos se presente un alimento muy tentador, si se logra pasar del comer automático al comer consciente, por más palatable y atractivo que este sea, una pequeña porción será suficiente. El comer es un arte y con paciencia y perseverancia se consigue transformar el “pensar en comer” en “comer pensando”, concentrándonos en el alimento, poniéndole atención, degustándolo, masticando mucho, haciendo pausas.
Si las papas fritas son un gusto favorito, la idea entonces al principio, consiste en comprar un paquete chico individual ya que si todavía no hay seguridad ni confianza en el manejo, tener un paquete grande a mano o colocarlas sueltas en una fuente no va a resultar conveniente. Se trata de un entrenamiento, de un proceso de aprendizaje, hay que darle tiempo al cambio de actitud y conducta.
Por otro lado, si bien no es la opción de colación más recomendable, en el caso de una persona que se encuentra bajo un plan de descenso de peso, con la guía de su licenciado en nutrición se puede planificar su inclusión hasta dos veces a la semana, respetando el tamaño de la porción y teniendo en cuenta la forma de comer. Para acentuar la saciedad, siempre es útil acompañar con abundante líquido sin calorías, en especial con gas.
Entre las opciones diarias de colaciones saludables, prácticas y con valor de saciedad, se pueden elegir entre maní con cáscara para pelar, semillas de girasol (pipas), mix de frutas secas y pasas de uva, fruta deshidratada (higo, ciruela), almohadillas de avena integral, sándwich de galletas de arroz integral (o pan árabe) con mermelada light y fruta en trozos o con queso, tomate y albahaca, choclo, tomates cherry, palmitos, huevo duro, fruta fresca (banana, manzana, uvas, trozos melón o sandía, kiwi que se puede comer con cucharita, rodajas de ananá), brochette de frutas, yogur con cereales y/o frutas, barra de granola (cereal, fruta seca y deshidratada y semillas).
Por la licenciada Viviana Viviant, nutricionista y personal trainer, autora de tres libros, y directora de “Nutrición y Vida Sana”