La comunicación entre perro y amo. La posibilidad de relación entre el mejor amigo del hombre y el hombre. La ciencia, en los últimos años, parece desvelada por la cuestión. Un estudio reciente confirmaba que los canes tienen la capacidad de comprender lo que sus dueños les dicen.
Una nueva investigación, realizada por la Universidad de Lyon, fue por más y se propuso indagar en el método de entendimiento más efectivo. “El uso del discurso dirigido hacia los animales domésticos está muy extendido, pero su valor funcional apenas ha sido estudiado”, sostuvo Nicolas Mathevon, líder de la investigación. El objetivo era dilucidar de qué manera un perro lograba más altos niveles de comprensión.
Para ello, en la primera etapa de la investigación, se les presentó a 30 mujeres imágenes de un cachorro, un perro y uno más anciano. Se les pidió que leyeran en el tono en que lo harían habitualmente frases como “¡Hola guapa!”, “¿Quién es un buen chico?” y “¡Vení acá, dulzura!”. Luego, se les solicitó que repitieran los enunciados en un tono habitual ante un investigador.
Los investigadores descubrieron que cuando se habla con perros, los seres humanos suelen utilizar un tono más alto y lento, con un mayor grado de variación que cuando hablan entre sí. El efecto fue más pronunciado al dirigirse a los cachorros. En ese aspecto, los participantes aumentaron su tono en un 21% en promedio en comparación con el habla normal.
Los resultados -publicados en la revista Proceedings de la Royal Society– muestran que los humanos al utilizar una cadencia en la palabra más musical y pausada, similar a las vocalizaciones dirigidas a los bebés, tienen mayor poder de influencia en los cachorros que el tono de diálogo normal.
Las grabaciones de las voces se reprodujeron en un centro de mascotas en Nueva York, mientras una cámara registraba en video las reacciones de diez cachorros y diez perros adultos. Una vez que asimilaron el llamado baby talk, nueve de los diez cachorros involucrados reaccionaron de inmediato en forma enérgica, con ladridos y corridas de un lado a otro.
Sin embargo, los diez perros adultos que participaron no evidenciaron la misma respuesta. Para ellos, no pudieron delimitar una preferencia en el habla humano. “Eso es inesperado. Una explicación es que los perros muestren menos interés en las voces de extraños a medida que envejecen -señaló Mathevon-. Además, el cachorro puede aprovechar una receptividad innata a los sonidos agudos; un rasgo que desaparece a medida que envejece”.