Según el estudio, este mecanismo, que implica a dos proteínas llamadas Rap1A y Epac, sirve para limitar la llegada de sangre a la piel cuando hace frío en el exterior y, de este modo, mantener calientes los órganos internos. Los detalles han sido publicados en la revista American Journal of Physiology.
Sin embargo, si esto sucede cuando no hace frío se puede considerar que la interrupción del flujo sanguíneo es un “error”. La buena noticia es que ya hay al menos dos moléculas a la que echar la culpa si nuestras extremidades tienen una temperatura anormalmente baja.