A Jerónimo Menéndez (37) le venían muy bien el uniforme, la chapa, el patrullero y el estatus. Lo supo desde el momento en el que vio el aviso de inscripción para la flamante Policía Local de Avellaneda. Sin antecedentes penales, sobresalió en la academia de formación por su inteligencia y, en marzo del año pasado, fue parte de la primera camada que salió a patrullar la ciudad. Para hacer lo que verdaderamente quería -vender drogas- la pantalla policial le servía mucho más que manejar el remís que tenía hasta entonces, así que cambió de rubro.
Pero el negocio dejó de ser “redondo” bastante pronto. Después de varios meses de investigación, sus propios compañeros lo detuvieron en la noche del jueves cuando le ponía nafta a su patrullero en una YPF de Avellaneda. Se lo acusa de comercializar cocaína de máxima pureza dentro y fuera del horario de servicio.
Con él cayeron Marcela (44), su esposa, que también vendería desde la casa que ambos compartían en Sarandí; y “Neno”, un hombre de 35 años que trabajaba como delivery en una pizzería pegada al estadio de Independiente, algo así como el socio del policía. Además,hay otro agente local prófugo. Se trataría de Brian Martín, cuya casa también se allanó el jueves. Allí encontraron armas de gran calibre con numeración limada, balas, chalecos antibala y hasta estrellas ninja, según altas fuentes del caso.
Menéndez habría montado su propia mafia. Ademas de vender drogas, está sospechado de comercializar armas (con Martín), de liberar zonas, extorsionar a motociclistas sin casco, “proteger” comercios sin habilitación y a vendedores menores de droga a cambio de dinero, pedir parte de la recaudación a “trapitos” y prestarles plata a sus compañeros bajo tasas usurarias y amenazas.
Se lo investiga desde el 31 de mayo de este año, cuando la Municipalidad de Avellaneda lo denunció ante la UFI 2, a cargo de Mario Prieto. Fue después de que varios agentes de la Policía Local revelaran ante los funcionarios del área de Seguridad comunal parte de la operatoria que habría diseñado este hombre para delinquir.
Durante tres meses los investigadores intervinieron el teléfono de Jerónimo Menéndez y vigilaron sus movimientos. Así observaron que cada 48 o 72 horas le habría comprado entre 5 mil y 7 mil pesos de cocaína y marihuana-sobre todo la primera-a una mujer de origen peruano, a la que le decía“La Tía”. Generalmente se encontraban en la puerta del Coto de Sarandí. A veces el que iba a buscarla era“Neno”, quien también tenía trato con los clientes, como queda claro en esta escucha entre ambos en relación a un comprador: -Menéndez: Pensé que a “Chicha” le iba a vender ayer y me cagaste el cliente…
-“Neno”: “Chicha” me vio, se me tiró encima (…) vino a mi casa, habló con mi abuela, ni chau me dijo.
-M: Sí, tardé en contestarle el WhatsApp y cuando le contesto me dice: “No, ya lo vi al ‘Neno’”. Fuah, la concha de tu hermana, ¿no sabés si tenías ganas de tomar?
“Nos preocupó que ganó la calle para el delito. Usaba todo el tiempo de trabajo para hacer sus negocios. E hizo mucha plata”, comentó a Clarín el intendente de Avellaneda,Jorge Ferraresi, y agregó: “Vamos a seguir la denuncia y haremos las que sean necesarias para no permitir situaciones peligrosas como éstas”.
El policía recibía los pedidos en su celular y si podía se acercaba a hacer las entregas con el patrullero. Si no, mandaba a los clientes a su casa de Sarandí (ubicada a 200 metros del Polo Judicial de Avellaneda, donde ayer declaró ante el fiscal), a tratar con Marcela.
El jueves por la noche, en el allanamiento, los investigadores habrían hallado en ese domicilio lo que aún no había vendido y lo recaudado desde la última compra, hecha el lunes a “La Tía”: cerca de 60 gramos de cocaína y 45 mil pesos. En la casa no sólo estaba la esposa de Menéndez. También sorprendieron a otro policía local, quien ayer declaró como testigo ante Prieto: confesó que le compraba la cocaína a su compañero.
Por: Fernando Soriano