Parásitos que viven en la cama de tu perro

La cama de tu perro tiene miles de microorganismos como parásitos, virus, bacterias y hongos que duermen cada noche (y cada día) con él. De la misma forma que nos preocupamos de tener nuestra cama limpia y cambiar las sábanas, es importante que cuidemos de la higiene de sus camitas.

Al salir de paseo, los perros exploran cada rincón, juegan con otros canes, con palos, se rebozan en charcos, chupan y lamen todo tipo de cosas. Nos gusta ver como se divierten, pero eso significa también que cuando vuelven a casa pueden traer infinidad de parásitos como pulgas, ácaros y garrapatas, que finalmente acabarán en su cama y que además transmiten enfermedades a nosotros, sus propietarios.

Parásitos externos

Nuestro amigo puede coger pulgas de otro perro o animal, o incluso simplemente de la calle, y traerlas a casa. Uno de sus “escondites” favoritos es la cama de tu mascota. Hay que ser meticulosos porque pueden infestar la casa.

Hay que poner remedio a esto, cumplir el calendario de desparasitación y, si tu perro se rasca mucho, llévalo al veterinario para comprobar que todo está en orden.

La tiña
Se trata de una infección producida por un grupo especial de hongos que infecta la piel, el pelo y las garras de nuestro can. Sus síntomas pueden ser rojez, picor, pérdida de pelo, heridas con forma de parches con costra y problemas en las garras.

Con la tiña es característica su lesión en forma de círculo, a veces enrojecido y con escamas, con pérdida de pelo en la zona y que no pica.

Las esporas de esta infección pueden vivir hasta 2 años en el ambiente, incluida la cama de nuestro perro. El contagio es sencillo, es rápido, y se puede propagar a otros animales o personas que vivan en la misma casa.

Ascárides y anquilostomas
En este caso son parásitos que habitan en el aparato digestivo de nuestro perro y se alimentan del contenido intestinal o, como es el caso de los anquilostomas, de sangre. Los canes se contagian al ingerir otras heces infectadas con huevos o al comer animales infectados como ratones o pájaros. También pueden transmitirse de madres a sus cachorros.

Entre los síntomas o señales de la infección de estos agentes patógenos está la pérdida irregular de peso, diarrea y vómitos, pelo feo, tos, y puede darse el abdomen abultado.

La salmonella y la listeria
Estas dos conocidas enfermedades se transmiten a través de los alimentos humanos. Actualmente se ha demostrado que el 25% de las dietas comerciales crudas dan positivo a estas dos bacterias.

Nuestra mascota puede albergar estas bacterias en su intestino sin mostrar síntomas y transmitírselo a las personas que vivan con él. Eliminaremos el riesgo de contagio si limpiamos bien su cama, nos lavamos las manos y almacenamos y manipulamos de forma correcta los productos de alimentación del animal.

Limpieza para evitar los parásitos
La higiene de la cama de nuestro amigo es muy importante. Para llevarla a cabo, nos fijaremos en la etiqueta al comprar una cama, si puede lavarse en lavadora e incluso secarse en una secadora, prácticamente tienes el problema resuelto. Las elevadas temperaturas son la herramienta ideal para terminar con parásitos, bacterias y hongos.

Antes de lavar la suciedad de la cama de nuestro amigo, conviene aspirarla para eliminar pelos y restos de suciedad incrustada. También será importante seleccionar el detergente adecuado. Algunos de ellos pueden ocasionar reacciones alérgicas en nuestro can. Por tanto, hay que evitar detergentes que tengan amoniaco o lejía, pues son productos muy dañinos.

La higiene de nuestro amigo
Hay una acción muy sencilla que podemos llevar a cabo para eliminar los restos de parásitos en nuestro perro al volver de paseo, y es limpiarle las patitas al llegar a casa con una toalla.

También un correcto cepillado tras el paseo ayuda a eliminar cualquier sustancia que haya podido quedar adherida a su pelo y reduce la frecuencia con la que tenemos que bañarlo.

Desparasitar
Finalmente, es muy importante proceder a la desparasitación externa contra pulgas y garrapatas, así como productos de desparasitación interna. A la vez que protegemos a nuestros amigos de parásitos e infecciones, también lo hacemos con nosotros mismos, evitando el contagio.